lunes, 21 de noviembre de 2011

Hora Santa


Introducción

Divino Salvador de las almas: cubiertos de confusión nuestros rostros nos arrodillamos en tu Presencia soberana. Dirigiendo una mirada al solitario Tabernáculo, donde permaneces cautivo de amor, nuestros corazones se conmueven al contemplar la soledad y olvido en el que te tienen tus criaturas. ¿Acaso habrás derramado inútilmente vuestra Sangre bendita? ¿Será inútil tanto amor?

Pero ya que nos has permitido hacer esta Hora Santa, venimos ante Ti, que eres el Sol del mundo, para pedirte por todos aquellos que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman, para que irradies sobre ellos y sobre nosotros, y sobre la humanidad entera, la luz de la Verdad, el calor del Amor divino, la Belleza de Tu Ser divino, para que todos los hombres gocemos, en el tiempo y en la eternidad, de Tu compañía y de Tu amorosa Presencia.

Te imploramos especialmente, en esta Hora Santa, oh pacientísimo Señor Jesús, por aquellos que no te bendicen o blasfeman de Ti, y te ofrecemos nuestra humilde adoración por quienes Te tienen olvidado. Para todos ellos, y para nosotros, suplicamos la infinita misericordia de tu Corazón, y tu indulgencia divina para sus olvidos y para sus crímenes.

Meditación

Querido Jesús Eucaristía, venimos ante tu Presencia sacramental, para rendirte el homenaje de nuestra humilde adoración.

Nos arrodillamos delante de Ti, reconociendo tu inmensa majestad, y al mismo tiempo nuestra pequeñez, nuestra debilidad, nuestra miseria.

Venimos ante Ti para adorarte, y para recibir de Ti los Ríos inagotables de Gracia que brotan incontenibles de tu Sagrado Corazón.

Recibe la pequeñez de nuestro corazón y si quieres, haz que seamos como cireneos que, durante una hora al menos, te ayuden a llevar aunque sea una parte de tu Cruz.

Aumenta nuestra fe, para que seamos como otras tantas lámparas votivas, encendidas en la noche lúgubre de un mundo que cada día se aleja más de Ti.

Queremos reparar y ofrecernos, unidos a Ti, como víctimas expiatorias por los pecados de la humanidad, humanidad que pone sus ojos en falsas seguridades: el dinero, el placer, el poder, el aparentar.

Queremos reparar por los hombres que no ponen su esperanza en Ti, que no busca encontrarse a solas contigo, que corren a una velocidad vertiginosa en dirección al abismo del cual nunca se sale.

Queremos reparar por las almas que menosprecian tus enseñanzas, considerándolas pasadas de moda, obsoletas, perimidas, almas que al mismo tiempo creen ciegamente en los falsos atractivos del mundo, que dejan vacío de paz al corazón humano.

Oh Jesús, Dios del sagrario, te damos infinitas gracias por habernos llamado ante Ti, para deleitarnos en Ti. Te pedimos por nuestros hermanos, los hombres, que en vez de acercarse a Ti para saciar la sed de felicidad y de amor que toda alma tiene, se alejan de Ti, para mendigar amor a las criaturas, que son solo vacío y nada.

Corazón Eucarístico de Jesús, recibe cada latido de nuestro pobre corazón como un acto de reparación a Tu Santo Nombre. Nombre ante el cual toda rodilla se ha de doblar y toda cabeza se ha de abajar.

Corazón Eucarístico de Jesús, recibe esta hora de adoración como una ofrenda de amor por Ti.

Silencio

Peticiones

Corazón Eucarístico de Jesús, te pedimos por aquellos que no te reconocen como al Señor de sus vidas.

Corazón Eucarístico de Jesús, te pedimos por aquellos que, en vez de deleitarse en Ti, alegría de los ángeles, se dejan arrastrar por ídolos mundanos.

Corazón Eucarístico de Jesús, te pedimos por aquellos que profanan con indiferencias y sacrilegios tu Presencia eucarística.

Corazón Eucarístico de Jesús, te pedimos por aquellos que son ciegos y sordos a tu Presencia y a tu Voz.

Corazón Eucarístico de Jesús, te pedimos por aquellos que viven en el pecado, renuentes a la gracia, inmersos en la oscuridad del mal, para que llames a sus corazones y los ablandes con la ternura de tu amor, y dirijas sus pasos hacia el Camino de la Cruz, el único camino que conduce a la feliz eternidad.

Despedida

Corazón misericordioso de Jesús, debemos ya retirarnos, para continuar con nuestras tareas, pero si nos vamos con el cuerpo, nos quedamos en cambio con el corazón, dejándolos a tus pies, para que lo encadenes con las cadenas de tu amor y no permitas que jamás se alejen de Ti.

Corazón misericordioso de Jesús, toma mi vida y únela a la tuya para que sean realidad tus palabras: “Vengan a Mí los que están cansados y agobiados que Yo los aliviaré”.

Corazón misericordioso de Jesús, toma mis pensamientos y transfórmalos en pensamientos santos y puros como los tuyos, pensamientos que señalen siempre al Cielo, Cielo que me espera para alojarme allí en una de las moradas del Padre, para alabarte y glorificarte por toda la Eternidad.

Ahora que debemos retirarnos, Jesús, asístenos, para que mis pensamientos, mis deseos, mis acciones, estén siempre centradas en Ti, Dios de la Eucaristía, y nunca se aparten de Ti.

Canto final. Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.

Padre Álvaro Sánchez Rueda

(Adaptado de “Apostolado de Reparación” de Agustín del Divino Corazón”)