viernes, 1 de febrero de 2013

Hora Santa en reparación por los últimos sacrilegios públicos cometidos contra la Eucaristía y el altar



Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por los recientes sacrilegios públicos cometidos contra Jesús, la Virgen, la Eucaristía y el Altar eucarístico. Pedimos también el rezo del Santo Rosario, ayunos, penitencias, sacrificios, obras de caridad, para reparar.


         Inicio: Jesús Eucaristía, Dios del sagrario, venimos hoy a adorarte, postrándonos ante tu Presencia sacramental, con profundo dolor y pena, para reparar los sacrilegios cometidos en estos últimos días: entre otros sacrilegios, dos sacerdotes han negado tu divinidad y la condición de tu Madre, la Virgen, como Madre de Dios[1]; un sacerdote ha negado tu existencia[2]; han profanado tu Cuerpo y tu Sangre en una capilla[3]; el altar eucarístico de una casa de retiros ha sido utilizado para ritos de magia[4].
Venimos a pedirte perdón por estas ofensas, y a ofrecerte la miseria de nuestros corazones en reparación y en adoración, uniendo nuestras reparaciones y adoraciones a las tuyas en el Santísimo Sacramento.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Creemos que Tú, siendo Dios Hijo desde la eternidad, te encarnaste en el tiempo en el seno virgen de María, por obra del Espíritu Santo, el Amor de Dios, y que por lo tanto no hubo intervención humana alguna en tu Encarnación.

         Silencio para meditar.

         Creemos que, siendo Dios Hijo, y sin dejar de ser Dios Hijo, te encarnaste en el seno virgen de María Inmaculada, y asumiste una naturaleza humana, un cuerpo y un alma, con los cuales te hiciste visible Tú, que eres el Dios invisible.

         Silencio para meditar.

         Creemos que naciste de una Madre Virgen, Madre que por ser al mismo tiempo Virgen, es el portento de los portentos, el Milagro de los milagros, la Maravilla de todas las maravillas realizadas por la Trinidad.

         Silencio para meditar.

         Creemos que el primer nombre de tu Madre es el de “Madre de Dios”, porque fue creada y concebida sin la mancha de la malicia original y llena del Amor de Dios, para que fuera tu Madre en la tierra y te recibiera en su seno virginal, purísimo y limpísimo, de manera que al encarnarte no extrañaras el seno de tu Padre, seno en el que vives desde la eternidad.

         Silencio para meditar.

         Creemos que Tú, Jesús de Nazareth, eres la Segunda Persona de la Santísima Trinidad encarnada en una naturaleza humana, y que como tal eres el Hombre-Dios, que existió realmente, que vivió realmente en Palestina hace dos mil años, que obró maravillas, signos, prodigios y milagros incontables e innumerables, antes de subir a la Cruz para dar tu vida por amor a nosotros, los hombres.

         Silencio para meditar.

         Creemos que verdaderamente sufriste la Pasión y Muerte en Cruz el Viernes Santo, y luego resucitaste el Domingo de Resurrección, para no morir más; creemos que tu Pasión y Muerte en Cruz, sucedidas cruentamente una vez en el tiempo hace dos mil años, se renuevan incruentamente en la Santa Misa, de manera que en la Santa Misa asistimos a tu Pasión y Muerte en Cruz, pero creemos también que lo que recibimos en la Sagrada Hostia es tu Cuerpo resucitado en la Eucaristía, y como tal, lleno de la vida, de la luz, de la alegría, de la paz, de la felicidad, de la gloria y del Amor de Dios.

         Silencio para meditar.

         Creemos que Tú en la Eucaristía eres Dios Hijo encarnado, que fue engendrado desde la eternidad en el seno del Padre, y que estás en este Santísimo Sacramento con tu Cuerpo resucitado, con tu Alma glorificada, con tu Divinidad refulgente y con tu Persona divina.

         Silencio para meditar.

         Creemos que Tú en la Eucaristía te donas sin reservas al alma que te comulga con fe y con amor, con piedad y devoción, y por lo tanto creemos que cuando comulgamos, entras Tú en Persona en nuestros míseros corazones, para dejarnos tus gracias y tus innumerables dones.

         Silencio para meditar.

         Creemos que al comulgar Tú entras en Persona en nuestra alma, que es una morada indigna, y por eso decimos: “No soy digno de que entres en mi casa”, pero sabemos también que cuanto mayor es el abismo de indignidad y miseria de un alma, tanto más te inclinas y te acercas al pecador, y por eso nos sentimos orgullosos de ser pecadores y decimos con San Agustín: “Dichosa culpa que mereció tan feliz Redentor”, porque nuestra miseria atrae Tu Divina Misericordia; así, cuanto más grande es nuestro abismo de miseria, tanto mayor será la cantidad de Amor y Misericordia que de tu Sagrado Corazón se derrame sobre nosotros.

         Silencio para meditar.

         Creemos que el altar eucarístico, el lugar sagrado de la tierra al cual desciendes desde el cielo en cada Santa Misa, es un símbolo de tu Sagrado Corazón, porque así como tu Sagrado Corazón está envuelto en las llamas del Amor divino, el Espíritu Santo, así ese mismo Espíritu Santo, el Amor divino, es espirado por el Padre y por Ti en la consagración, como llamas de fuego celestial sobre las especies eucarísticas, para convertirlas en tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad.

         Silencio para meditar.

         Creemos que el altar eucarístico, símbolo de tu Sagrado Corazón y por lo tanto símbolo del amor único, exclusivo, eterno e infinito que Tú rindes a Dios Trino, no puede contener nada que no seas Tú, Hombre-Dios, Cordero de Dios, Dios Tres veces Santo, y que ningún amor que no sea el Amor de tu Sagrado Corazón puede estar en él.

Silencio para meditar.

Creemos que el altar eucarístico es el símbolo de tu Sagrado Corazón, y que por lo tanto, sería la peor de las abominaciones si en este altar eucarístico se rindiera culto a nadie que no sea Dios Uno y Trino, y por eso te pedimos perdón por quienes, sin medir las consecuencias, lo han profanado con oraciones y rituales de magia y paganismo.

Silencio para meditar.

Creemos que Tú creaste los ángeles y que algunos de ellos por propia voluntad se rebelaron, perdieron la gracia y tu amistad, y fueron expulsados para siempre del cielo por los ángeles de luz que combatieron a tus órdenes, guiados por San Miguel Arcángel. Estos ángeles de oscuridad, expulsados del cielo, continúan su lucha contra Ti en la tierra, y así como en el cielo intentaron, en el colmo de su soberbia y de su insolente orgullo, desplazarte a Ti de los cielos, así intentan ahora desplazarte del altar eucarístico a Ti, Dios de la Eucaristía, y por eso nos unimos a San Miguel Arcángel y decimos: “¿Quién como Dios? ¡Nadie como Dios! ¡Nadie que no sea Cristo Dios ocupará el altar eucarístico, parcela del cielo en la tierra!”.

Silencio para meditar.

 Meditación final: Jesús Eucaristía, Hijo eterno del Padre, nacido en el tiempo en el seno virgen de María, nos despedimos, no sin antes reiterar nuestro dolor por las ofensas que recibes de esta humanidad que te ha olvidado, que te desecha sin pensar en tu Amor, que no quiere reconocerte, que te pospone por los ídolos falsos y vanos del mundo. Nos retiramos, pero queden nuestros corazones al pie de tu altar, para que en todo momento te adoren y canten tus alabanzas, como anticipo de la adoración y alabanza que te tributaremos por la eternidad, por tu infinita misericordia. No tengas en cuenta las ofensas de nuestros hermanos, perdónalos, porque “no saben lo que hacen” (Lc 23, 34), porque si lo supieran, jamás se atreverían a profanar la Eucaristía; jamás se atreverían a negar tu divinidad; jamás se atreverían a negar la virginidad de tu Santa Madre; jamás se atreverían a profanar tu altar eucarístico con oraciones paganas. Unimos nuestras humildes reparaciones a las que Tú haces en la Cruz y en la Eucaristía; míranos con la mirada de la Cruz, que es la mirada de tu Divina Misericordia; perdónanos y ven, Señor Jesús, para que conviertas a este hórrido y sórdido mundo, con tu Presencia, en un anticipo del Paraíso celestial.

Oración final:“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
        





[1] Se trata de los sacerdotes jesuitas Massiá y Alfonso Llano, cfr. http://www.aciprensa.com/noticias/sacerdote-jesuita-es-hereje-al-negar-virginidad-de-maria-explica-experto-53943/#.UQvUyR2wRcA 
[2] http://www.thesun.ie/irishsol/homepage/news/4754775/Pulpit-Fiction.html
[3] Cfr. http://www.aciprensa.com/noticias/argentina-obispo-llama-a-orar-ante-robo-de-hostias-consagradas-20617/#.UQvUNx2wRcA

No hay comentarios:

Publicar un comentario