domingo, 31 de marzo de 2013

Hora Santa en acción de gracias por Pascuas de Resurrección





Inicio: Ingresamos en el Oratorio. Nos disponemos a iniciar la adoración eucarística, y para ello hacemos silencio, tanto exterior como interiormente. Dios, dice el Santo Padre Benedicto XVI, “habla en el silencio”, y es para poder escuchar su dulce voz desde la Eucaristía, que silenciamos la palabra exterior, al tiempo que buscamos de evitar todo pensamiento que nos aleje de la Presencia de Jesús Eucaristía. Venimos a adorar a Jesús en este tiempo pascual, tiempo caracterizado por la alegría, no la alegría del mundo, vana y superficial, sino la Alegría de Cristo resucitado, que es la Alegría misma de Dios, que es “Alegría infinita”, como dicen los santos. Le pedimos a la Madre de la Alegría infinita, María Santísima, que nos asista en esta adoración, para que participemos de la alegría de su Hijo resucitado. Acudimos también a la ayuda de nuestros ángeles custodios, y a la de todos los ángeles y santos del cielo, cuyo nombre es “felices”, es decir, “bienaventurados”, porque poseen la visión beatífica de la Santísima Trinidad y del Cordero de Dios, para que el recuerdo de su alegría, a la que estamos llamados, nos alivie las penurias de este “valle de lágrimas”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).
Meditación
Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, venimos a adorarte a Ti, que estás Presente en la Eucaristía, resucitado, vivo, glorioso, lleno de la luz y del Amor divino, tal como estuviste en el Santo Sepulcro, el Día glorioso de la Resurrección, el Día de Pascua, el Día que la luz de tu Ser trinitario iluminó los cielos, la tierra y los infiernos, con el esplendor de la gloria divina.
Oh Sagrado Corazón, que lates de Amor en la Eucaristía y palpitas refulgente de gloria en el sagrario como en el sepulcro el Día de la Resurrección, te rogamos que infundas junto al Padre, al Espíritu Santo en nuestras almas, para que nos alegremos por tu Muerte y Resurrección que nos abrieron las puertas de la salvación.
Oh Sagrado Corazón de Jesús, cuyos latidos cesaron con tu muerte el Viernes Santo, para reanudarse y ya no finalizar nunca el Domingo de Resurrección, haz que nuestros corazones fundan sus latidos con los tuyos; así nos uniremos a tu Amor y dolor redentores; así nuestra vida se consumirá en el Amor a Dios y a los hermanos.
Oh Sagrado Corazón de Jesús, que el Viernes Santo en la Cruz fuiste oprimido por nuestros pecados, por nuestras maldades; oh Sagrado Corazón de Jesús, que el Sábado Santo reposaste en el sepulcro en espera de la Resurrección; oh Sagrado Corazón de Jesús, que resucitaste el Domingo de Pascuas para ya no morir más, concédenos la gracia de alegrarnos en tu asombroso misterio pascual, para que Tú seas nuestra única alegría y nuestra única razón de ser y existir.
Oh Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, a quien los hombres hicimos cesar los latidos en la Cruz, pero a quien Dios le insufló su gloria divina en el Santo Sepulcro, concédenos la gracia de no sucumbir nunca ante la muerte del alma, el pecado, para vivir la vida de la gracia, anticipo de la vida gloriosa en los cielos que Tú nos granjeaste con tu Misterio Pascual.
Oh Sagrado Corazón de Jesús, que el Domingo de Resurrección alegraste a los ángeles y a los santos del cielo al volver a vivir, Tú que tienes “las llaves de la vida y de la muerte”, haz que transitemos este camino oscuro que es la vida terrena, con tu misma alegría, la Alegría infinita de tu ser divino; haz que la alegría de tu Resurrección nos acompañe en todo momento, especialmente en la tribulación, para que la esperanza de contemplarte cara a cara en los cielos sea la única meta de nuestro existir.
Preces
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).


Hora Santa reparadora para Semana Santa




         Inicio: Llegamos al Oratorio para adorar al Rey de cielos y tierra, oculto en algo que parece pan, pero ya no es más pan. Dejamos de lado todas las preocupaciones, todas las distracciones, todos los pensamientos que nos distraen y nos alejan de su Presencia. Nos unimos en adoración a los ángeles y santos del cielo, y sobre todo a la Virgen María, que está aquí también presente, porque donde está el Hijo, está la Madre, y es a Ella a quien le pedimos que guíe nuestra adoración, para que sea toda entera a la mayor gloria de Dios. También nos encomendamos a nuestro Ángel custodio, a San Miguel Arcángel, y a los santos del cielo, principalmente, al que más devoción le tenemos, para que también nos guíen y ayuden en esta Hora Santa, para que estemos atentos a las inspiraciones divinas, y para que despierten en nosotros santos propósitos. Al silencio exterior, le añadimos el silencio interior, y con la ayuda de la Virgen, de los ángeles y de los santos, que adoran a Jesús en el cielo, nos disponemos a adorar a Jesús Eucaristía, que se ha quedado para nosotros y con nosotros aquí, en la tierra, y luego entonamos el canto de entrada.
Canto de entrada: “Oh buen Jesús, yo creo firmemente…”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran ni te aman” (tres veces).
Meditación: Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, cuyo amor por los hombres no conoce límites ni de tiempo ni de espacio, porque es infinito y eterno, vengo hoy ante ti, a ofrecerte el humilde homenaje de mi adoración.
Te adoro, Te bendigo, Te ensalzo, no por lo que das, sino por lo que eres, Dios de infinita majestad, Dios de Amor eterno, Dios de Bondad inabarcable, Dios de incomprensible Misericordia. Vengo a adorarte en este tiempo de Semana Santa, tiempo de gracia y de perdón, pero también tiempo de profanaciones sacrílegas a Tu Nombre y a tu Pasión, porque para muchos de tus hijos, por quienes Tú pagaste el rescate al precio de tu Sangre derramada en la Cruz, esos hijos tuyos, ingratos, te olvidan y te dejan de lado, posponiéndote por los entretenimientos profanos y mundanos.
Silencio meditativo.
Oh Jesús, que en tu Pasión de Amor sufriste lo inimaginable, porque cargaste sobre tus espaldas los pecados, los dolores y las muertes de todos los hombres de todos los tiempos, ves ahora renovarse tu Pasión al comprobar cómo aquellos por quienes diste tu vida, toman este tiempo de Semana Santa como un tiempo de diversión banal, cuando no sacrílega, haciendo caer en el vacío tus afrentas y tus dolores; oh Jesús, que eres llamado “Varón de Dolores”, porque ninguna parte de tu Cuerpo, de los pies a la Cabeza, quedó sana y sin heridas, con tal de salvar a los hombres, y ahora los ves, en este tiempo sagrado de gracia, la Semana de tu Pasión, arrastrarse detrás de sus pasiones; oh Jesús, que regaste el Camino Real de la Cruz con la Sangre de tus heridas, para que el hombre supiera cuál es el camino seguro que lo conduce al cielo, ves renovarse tu Pasión y tus dolores, al comprobar, tristemente, cómo los hombres emprenden un camino opuesto, el camino de la perdición, el camino de la satisfacción de sus bajas pasiones, el camino ancho y espacioso que lo aleja del Calvario y lo precipita en la perdición.
Silencio meditativo.
Jesús, Rey de reyes, que en la Pasión tuviste por corona real una corona de espinas; por cetro el madero de la Cruz con sus tres clavos de hierro; por manto tu Sangre que salía a borbotones de tus heridas; oh Jesús, cuyo Corazón fue triturado de dolor en el Huerto de Getsemaní y en el Camino del Calvario, al ver en tu divinidad la inmensidad de la malicia humana, y al comprobar que para muchos tu sacrificio sería en vano, porque habrían de preferir sus bajas pasiones y egoístas intereses a tu Amor, te ruego que te apiades de los pobres pecadores, aquellos que te posponen por un mísero placer terreno. Tú sabes, Jesús, que lo hacen porque no te conocen, porque si te conocieran, abandonarían los falsos atractivos del mundo, y vendrían a tus pies, a adorarte y darte gracias por tu infinito Amor, y es por eso que te ruego, por los dolores y lágrimas de tu Madre al pie de la Cruz, que sacudas y conmuevas sus corazones con el poder de tu gracia, de manera que despierten del letargo en el que se encuentran sumidos, y así, abriendo los ojos de la fe, te contemplen extasiados en tu misterio sacramental eucarístico, de modo que amándote en el tiempo, continúen luego haciéndolo por la eternidad.
Silencio meditativo.
Canto: “Te adoramos, Hostia divina”.
Peticiones
A cada intención respondemos: “Te rogamos, óyenos”.
-Por los que en Semana Santa te pospondrán por el descanso y las vacaciones, dejando en el olvido tu sacrificio de Amor. Oremos al Señor.
-Por los cristianos conscientes del valor de tu sacrificio en Cruz, para que en Semana Santa y en todo momento, sean como luces en la oscuridad, por medio de las obras de misericordia para con los más necesitados. Oremos al Señor.
 -Por los que viven inmersos en el mundo y son seducidos por sus vanos atractivos, para que descubran en tu Pasión de Amor el fin de sus vidas. Oremos al Señor.
-Por los que voluntariamente se niegan a reconocerte como a su Mesías y Salvador, para que les concedas la gracia de la contrición del corazón. Oremos al Señor.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran ni te aman” (tres veces).
Oración de despedida: Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, cuyos acerbos dolores se renuevan en Semana Santa, viendo cómo el mundo toma estos días de penitencia y de conversión como tiempo de diversión y de fiesta, olvidando que la verdadera fiesta está en el cielo, porque allí hacen danza festiva los bienaventurados que te aman por la eternidad, y que para ser partícipes de esa fiesta celestial es necesario aquí en la tierra, seguirte camino del Calvario cargando la Cruz de todos los días, para morir crucificado contigo y luego resucitar, te rogamos por quienes no te ruegan, y te suplicamos que aceptes el mísero don de nuestro corazón, al que dejamos al pie del altar eucarístico, para que en todo momento ame y adore por quien no te ama ni te adora.
Canto de despedida: “El trece de mayo la Virgen María”

viernes, 22 de marzo de 2013

Hora Santa pidiendo vivir la pobreza y la humildad de la Cruz



         Inicio: el Santo Padre Francisco ha expresado el deseo de una Iglesia “pobre y para pobres”, y además él en persona nos da ejemplo de humildad y pobreza. Ofrecemos esta Hora Santa pidiendo por la pobreza y humildad de Jesús en la Cruz, las únicas a las que debemos aspirar, además del Amor de Cristo, que es lo que fundamenta a todo lo demás, y sin lo cual, no hay verdadera pobreza ni humildad. Pedimos la intercesión de nuestra Madre del cielo, María Santísima, para que nuestras oraciones sean llevadas desde su Corazón al Corazón de Jesús. Pedimos también la intercesión de nuestros santos ángeles custodios, para que la oración sea del agrado de Dios Padre. Ofrecemos también esta Hora Santa pidiendo por las Almas del Purgatorio y por la conversión de los pecadores, especialmente aquellos que se encuentran en agonía y que habrán de morir en el día de hoy, para que el Corazón agonizante de Jesús se apiade de los moribundos y les conceda la gracia de la perfecta contrición del corazón.
         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
         Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.
         Meditación
         Jesús, Rey eterno, que en la Cruz nos enseñas a no apegarnos a los bienes materiales, te suplicamos nos concedas la gracia de desear lo que Tú deseas en la Cruz, y de rechazar lo que Tú rechazas en la Cruz.
         Silencio para meditar.
         Jesús, que en el Evangelio nos dijiste que “atesoráramos tesoros en el cielo”, Te suplicamos que unidos a Ti en la Cruz sepamos atesorar, con más avidez con la que el avaro guarda su oro en la caja fuerte, grandes tesoros en el cielo, que no son otra cosa que obras de misericordia corporales y espirituales, hechas en Tu nombre.
         Silencio para meditar.
         Jesús, en la Cruz nos das ejemplo de verdadera pobreza, porque ninguno de los bienes materiales que tienes te pertenece: la Cruz de madera, el letrero que dice: “Jesús Nazareno Rey de los judíos” y los clavos de hierro que perforan tus manos y tus pies, son de propiedad de Dios Padre, que te los presta para que puedas llevar a cabo la obra de la salvación de los hombres; el blanco lienzo con el que te cubres, le pertenece a tu Santa Madre, la Virgen María, pues era el velo con el que cubría su cabeza; el sepulcro, en donde eres sepultado, tampoco te pertenece, porque es propiedad de José de Arimatea. Oh Jesús, Divino Pobre, enséñanos a vivir la pobreza de la Cruz, enséñanos a no desear bienes materiales innecesarios, y que los bienes que usemos, sean los que tu Divina Providencia dispones para nuestra salvación.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Tú que en el Evangelio nos dices que “donde esté nuestro corazón, ahí estará nuestro tesoro”, Te suplicamos que infundas en nosotros tu Espíritu de Amor, para que impregnados por este Amor santo, nuestro corazón arda de amor sólo por Ti y por María Santísima; haz que seas Tú en la Eucaristía, y el Corazón Inmaculado de la Virgen María, nuestro único y más grande tesoro, para que ya desde la tierra vivamos de los tesoros del Amor y de la gracia que gozaremos plenamente en el cielo.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Rey de los cielos, enséñanos a vivir la pobreza de la Cruz, que no consiste en no tener nada, sino en no estar apegados a los bienes terrenos, haz que seamos capaces de dar a nuestros hermanos más necesitados, no de lo que nos sobra, sino incluso lo que nos hace falta.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Tú que siendo rico, y el más rico de todos los ricos de los hombres, porque Tu riqueza eres Tú mismo, Ser divino, perfectísimo, te despojaste de todo y, sin dejar de ser rico, porque nunca dejaste de ser Dios, te hiciste pobre, porque te hiciste hombre como nosotros, enséñanos a apreciar la verdadera riqueza, el tesoro inapreciable de la gracia santificante, para que trabajemos por adquirirla, conservarla y acrecentarla, y ayúdanos a escapar de la miseria, la más penosa de todas, la miseria que es el alma en pecado, para que si tenemos la desgracia de perder el tesoro de la gracia, sepamos adquirirlo nuevamente y con creces a través del sacramento de la confesión.
         Silencio para meditar.
         Líbranos, oh Jesús, de la pobreza del relativismo, como enseña el Papa Francisco, pobreza que hace que nos pongamos como centro del universo, desplazándote a Ti, Verdad absoluta y Sabiduría de Dios, volviéndonos de esa manera, más que pobres, miserables espirituales, porque quedamos a la deriva de nuestros míseros y oscuros razonamientos.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Rey de los cielos, Tú que no impediste que María Magdalena derramara un costoso perfume para ungir tus pies, porque no es falta de pobreza dedicar lo mejor que tenemos en Tu honor; Tú que dijiste a Judas Iscariote que no hacía falta vender el perfume caro para dárselo a los pobres, porque los pobres estarían siempre entre nosotros, y con esto nos enseñaste que la pobreza debemos vivirla nosotros pero para Tu servicio debemos dar lo mejor, haz que comprendamos tus enseñanzas, haz que podamos entender que la verdadera pobreza, la pobreza de la Cruz, es para nosotros, para la vida diaria, y que por esta santa pobreza debemos vivir deseando sólo los bienes del cielo; pero haz también que comprendamos que la pobreza no se puede aplicar a las cosas de la liturgia, porque la liturgia es para Ti, y Tú te mereces lo mejor de lo mejor que podamos tener; haz que sepamos darnos cuenta que un cáliz de oro, que será usado en la Santa Misa para alojar y custodiar tu preciosísima Sangre, no es faltar a la pobreza; por el contrario, usar un cáliz de material indigno, por considerarlo pobre, no sería verdadera pobreza, sino sería faltar contra el reconocimiento a tu infinita majestad.
         Silencio para meditar.
Finalmente, Jesús, haz que sepamos administrar los bienes materiales que Tú nos concedes en esta vida, para que alcancemos la vida eterna; haz que comprendamos que nada material nos llevaremos a la otra vida, solo las obras hechas en tu amor, y que una de estas obras es dar lo material a los más necesitados.
Meditación final: Nos retiramos Jesús, ya debemos regresar a nuestras ocupaciones diarias. Tú en la Eucaristía eres nuestro único tesoro, y también el Corazón Inmaculado de María. Ayúdanos para que, una vez en el mundo, no nos dejemos atraer por los falsos espejismos de las riquezas terrenas, sino que mantengamos siempre nuestra vista fija en Ti, en todo el tiempo que dura nuestra vida terrena, hasta el feliz día en que para nosotros dé inicio la eternidad.
Canto de salida: “El trece de Mayo en Cova de Iría”.
A tres pastorcitos la Madre de Dios,
descubre el misterio de su corazón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Haced penitencia, haced oración,
por los pecadores implorad perdón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Las modas arrastran al fuego infernal,
vestid con decencia si os queréis salvar.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
El Santo Rosario constantes rezad,
y la paz del mundo el Señor os dará.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
¡Qué pura y qué bella se muestra María,
qué llena de gracia en Cova de Iria!
Ave, ave, ave Maria. Ave, ave, ave Maria.

jueves, 14 de marzo de 2013

Hora Santa en acción de gracias por el Santo Padre Francisco



El Santo Padre Francisco
rezando ante el altar
de Santa María la Mayor
en su primera actividad como
Pontífice electo.


         Inicio: Entramos en el Oratorio. Venimos a adorar a Jesús Sacramentado, y también a agradecer y pedir por el nuevo Santo Padre Francisco, que Él nos ha regalado como don de su Sagrado Corazón, para la Iglesia, para el mundo y para nuestra Patria, Argentina. Venimos a postrarnos a los pies de Jesús Eucaristía por esta muestra de su Amor insondable, manifestado en la elección del Papa Francisco, y venimos a pedirle nos conceda la gracia de agradecer a tanto Amor, por medio del crecimiento en la santidad y en las obras de misericordia. Pedimos la asistencia de nuestros ángeles custodios, para que lleven nuestras oraciones al Corazón Inmaculado de María, para que la Virgen las lleve a su vez al Sagrado Corazón de su Hijo Jesús.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

Canto de entrada: “Te adoramos, Hostia divina”.

         Meditación

         Jesús, Sumo y Eterno Pastor, te damos gracias por el Santo Padre Francisco, por su devoción y amor a la Eucaristía, porque así nos enseña que el Corazón de la Iglesia eres Tú en el Santísimo Sacramento del altar, para que siendo Tú en el Santísimo Sacramento del altar, nuestro único tesoro, seamos capaces de poner nuestros corazones en Ti, Jesús Eucarístico, y así se cumplan en nosotros tus palabras: “Donde esté tu corazón, ahí estará tu tesoro” (Mt 6, 21). Guiados por el amor del Papa Francisco a la Eucaristía, apegamos y adherimos nuestros corazones a Tu Presencia Eucarística, nuestro único tesoro.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Sumo Pontífice, te agradecemos por el Papa Francisco, un papa mariano que  ha demostrad a lo largo de su vida sacerdotal su gran amor a la Virgen, y como señal de este amor, en su primer día como Papa electo, ha acudido a agradecer e implorar la asistencia de María Santísima; te pedimos que, guiados por su ejemplo, acudamos siempre y en todo momento a la protección de María Santísima, tu y nuestra tierna Madre del cielo.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Pastor Bueno, te agradecemos por el Papa Francisco, por su defensa de la vida por nacer y de toda vida humana, vida que viene de Ti, que eres la Vida Increada, demostrada en su firme oposición al aborto, cualquiera que este sea. Haz que, guiados por su ejemplo, seamos también valientes defensores de los más desprotegidos, los niños por nacer, y de todos aquellos a quienes la “cultura de la muerte” decreta injustamente que no pueden vivir, como los enfermos terminales o en coma.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Rey de los cielos, te agradecemos por el Papa Francisco, por su valiente y encendida defensa de la familia creada por Ti, la única familia posible, fuera de la cual ninguna familia puede ser llamada familia, la familia formada por papá-varón, mamá mujer y los hijos, nacidos como frutos del amor esponsal. Haz que, bajo su guía, no solo sepamos también defender a esta familia, sino que nuestra tarea evangelizadora tenga como fin hacer de la Eucaristía el centro de toda familia.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Pontífice Eterno, que con tu Cruz unes el cielo con la tierra y reconcilias  a los hombres con Dios, te agradecemos por el Papa Francisco, por su amor al hombre como creatura tuya, creado por Ti a tu imagen y semejanza, creado varón y mujer, amor por el cual el Santo Padre Francisco se opone firmemente a la ideología de género, verdadero plan del Príncipe de las tinieblas y Padre de la mentira (Jn 8, 44) para destruir tu Creación. Haz que, bajo su Magisterio pontificio, sepamos dar razones de tu Sabiduría, reflejada en la Creación del género humano en sexos complementarios, varón y mujer, y danos la luz necesaria para que seamos capaces de ver la perversión demoníaca que pretende igualar lo que tu infinita Sabiduría ha creado no iguales sino complementarios.

         Meditación en silencio.

        Jesús, Sacerdote Eterno, te agradecemos por el Santo Padre Francisco, por su lucidez para desenmascarar al Príncipe de las tinieblas y Padre de la mentira, que busca destruir tu obra Creadora, instaurando su Reino, el Reino de las tinieblas, en donde prevalecen el aborto, la eutanasia, las familias alternativas, la ideología de género, y todo tipo de aberración contra-natura. Te pedimos que, guiados por tu Vicario en la tierra, sepamos instaurar el Reino de Dios entre los hombres, con la fuerza de la Cruz y de la Eucaristía; que nunca dejemos de rezarte a Ti, Cristo el Señor, porque como nos dice el Santo Padre, quien no Te reza a Ti, Hijo de Dios, le reza al demonio: “Quien no reza al Señor, reza al diablo, ya que cuando no se proclama a Cristo, se proclama la mundanidad del diablo”. 

         Meditación en silencio.

         Jesús, Sumo Sacerdote, te damos gracias por el Papa Francisco, por su amor a los pobres y desposeídos de la tierra, que nos recuerda que los ricos de bienes terrenos deben aspirar a vivir la santa pobreza de la Cruz, lo cual significa no estar apegados a los bienes de la tierra, y que los pobres deben aspirar a poseer los bienes del Reino de los cielos, el primero de todos, la Sagrada Eucaristía, lo cual significa no estar apegados a los bienes de la tierra. Haz que, guiados por su ejemplo, vivamos la santa pobreza de la Cruz y trabajemos por acumular “tesoros en el cielo” (Mt 6, 20), por medio de obras de misericordia.

         Meditación en silencio.

Jesús, Pastor Eterno, te damos gracias por el Papa Francisco, por su humildad, su sencillez, y su pobreza franciscana, que les recuerda a los poderosos del mundo que la gloria mundana, opuesta a la gloria de Dios, no vale nada, y es sólo “vanidad de vanidades”, y que su tarea como gobernantes es servir al Bien Común de la sociedad, y no el propio provecho, única forma de “acumular tesoros en el cielo”. Haz que también nosotros aspiremos sólo a la gloria de la Cruz y rechacemos toda gloria mundana.

Meditación en silencio.

Pero también porque su humildad, sencillez y pobreza franciscana, son un modelo y ejemplo para la Iglesia toda, y para sus hijos, quienes de esta manera somos conducidos a una mayor imitación de Cristo humilde, sencillo y pobre, alejándonos así del peligro de la soberbia y de la atracción por las riquezas y vanos honores del mundo que, delante de Dios, son como humo que se lleva el viento.

Meditación en silencio.

Te pedimos, Jesús, Sumo Pontífice, que asistas con tu poder divino al Santo Padre Francisco, para que, sostenido en tu Cruz y recibiendo la fuerza divina que de ella emana, sea capaz de hacer frente a los inmensos desafíos que el mundo de hoy plantea  a la Iglesia, y porque siguen vigentes los problemas que llevaron a renunciar al Santo Padre Benedicto XVI. Haz que sepamos ayudarlo con la fuerza de nuestra oración, y para ello atráenos a tu Cruz, porque cuanto más cerca estemos de tu Cruz, más fuertes seremos en Ti.

Meditación en silencio.

Meditación final: Jesús, finalizamos ya nuestra Hora Santa; debemos retirarnos a nuestros quehaceres cotidianos. Te agradecemos nuevamente por tu Vicario en la tierra, el Papa Francisco, y le pedimos a la Virgen que, como Madre nuestra, nos acompañe en nuestro regreso al mundo y nos cubra con su manto, nos lleve en su regazo y nos refugie en su Inmaculado Corazón, para que nuestra alabanza y adoración a Ti sea continua, de noche y de día. Y haz que, cuando sea el momento de la próxima Hora Santa, nos tome de la mano y nos conduzca ante tu Presencia, para adorarte y gozarnos en Tu Presencia, como anticipo del gozo eterno que nos dará tu contemplación y adoración en los cielos.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto de salida: “El trece de mayo”.

miércoles, 13 de marzo de 2013


Os anuncio un gran gozo:
Tenemos Papa:


El argentino Jorge Mario Bergoglio es el nuevo papa, Francisco I


el eminentísimo y reverendísimo Señor,
Don Jorge Mario,
Cardenal de la Santa Iglesia Romana,
que se ha impuesto el nombre de
Francisco 

Junto a Su Santidad Benedicto XVI,
prometemos al nuevo Vicario de Cristo
"reverencia y obediencia incondicional"

viernes, 8 de marzo de 2013

Hora Santa en acción de gracias por Su Santidad Benedicto XVI y pidiendo por el nuevo Santo Padre



         Inicio: Entramos en el Oratorio, hacemos silencio ante la Presencia de Jesús Eucaristía. Ofrecemos esta Hora Santa en acción de gracias por el pontificado de Su Santidad Benedicto XVI, al tiempo que suplicamos al Espíritu Santo que ilumine a los cardenales para que elijan un nuevo Papa según el corazón de Dios Padre. Ofrecemos esta Hora Santa pidiendo también por toda la Iglesia y por todos los bautizados, para que sepamos dar testimonio del Amor de Cristo con las obras de misericordia corporales y espirituales.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).

         Canto de entrada: “Sagrado Corazón eterna alianza”.

         Meditación

         Jesús, Sumo Pastor, Tú que llamaste a Pedro a seguirte, y lo sacaste de su profesión de pescador para convertirlo en pescador de hombres, haz que guiados por Tu Espíritu, y unidos al nuevo Santo Padre, trabajemos en Tu Barca, la Iglesia, por la salvación de las almas.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Pastor de las almas, que diste tu vida en la Cruz por nuestra salvación, Tú que ordenaste a Pedro que “navegara mar adentro” y le concediste el milagro de la pesca abundante, concédenos un Papa santo que, guiado por Ti, eche las redes de la fe en el mar del mundo, para que cada vez más hombres entren en la Barca de Pedro, la Iglesia, sin la cual no hay salvación.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Eterno y Sumo Sacerdote, que prometiste a Pedro que “las puertas del infierno no prevalecerían” contra tu Iglesia, Te suplicamos que con el nuevo Santo Padre, elegido en el próximo cónclave, sepamos dar respuesta, como Iglesia, a los Nuevos Movimientos Religiosos que, plenos de neo-paganismo, de gnosticismo y de ateísmo, buscan introducirse entre los bautizados para alejarlos de la Verdad Suprema que eres Tú.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Sumo Pontífice, que entraste en el santuario del templo con tu Cuerpo resucitado, Tú que llevaste contigo a Pedro, futuro Papa, junto a Santiago y a Juan, al Monte Tabor, y te transfiguraste delante de ellos para que viéndote como Dios no desfallecieran en la Gran Tribulación de la Cruz, te pedimos que nos concedas un Vicario tuyo según tu Corazón, para que iluminado por el Espíritu, nos señale siempre el Camino Real de la Cruz, el único camino que conduce al cielo.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Pastor Eterno, Tú que elegiste a Pedro como Vicario tuyo en la tierra, de manera que viendo al Papa te vemos a Ti, danos un Pontífice santo que sea ejemplo de fe en Tu Presencia Real en la Eucaristía.

         Meditación en silencio.

         Jesús, Supremo Sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza, Tú que concediste a Pedro la gracia de ser, junto a Juan, los primeros sacerdotes en contemplar el sepulcro vacío, mudo testigo de tu Resurrección, Te suplicamos por el nuevo Santo Padre, y por todos los obispos y sacerdotes de la Iglesia, para que testimonien con sus vidas que esta vida terrena se termina y que al final de la misma nos esperas Tú en la vida eterna, para juzgarnos según nuestras obras.  

         Meditación en silencio.

         Jesús, Sumo y Eterno Pastor, que guías al rebaño de tus ovejas con el cayado de la Cruz, Tú que una vez resucitado, encomendaste a Pedro la tarea de apacentar tus ovejas, concédenos un nuevo Sumo Pontífice que nos guíe hacia la Jerusalén celestial por los senderos seguros de la fe de la Iglesia en Ti, Hombre-Dios.

         Meditación en silencio.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).

         Canto de salida: “El trece de mayo”.

viernes, 1 de marzo de 2013

Hora Santa pidiendo por el nuevo Santo Padre


Inicio: entramos en el Oratorio, acallamos toda palabra interior y exterior, a fin de poder escuchar la dulce voz del Sagrado Corazón, que habla en el silencio. Suplicamos a María Santísima que nos asista en esta Hora Santa, en la que venimos a implorar al Espíritu Santo para que el nuevo Santo Padre sea del agrado del Corazón del Padre, para que guíe a la Barca de Pedro, la Iglesia, hacia la Ciudad de la Santísima Trinidad, la Jerusalén celestial, la ciudad alumbrada por la Lámpara que es el Cordero. Pediremos también por el Santo Padre Benedicto XVI, para que con su oración nos proteja y nos acompañe en nuestro peregrinar por el desierto de la vida al Reino de los cielos. Rogamos la asistencia también de nuestros ángeles custodios, de San Miguel Arcángel, y de los nueve coros angélicos, para que nuestra humilde oración suba hasta el altar de Dios. 

Canto de entrada: “A Jesús en la Cruz adoremos”. 

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo; Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces). 

Meditación 

Jesús, Supremo Pastor, Pastor Sumo y Eterno, de cuyo costado abierto por la lanza nació la Iglesia, te rogamos por el Papa saliente, Benedicto XVI, para que lo consueles y lo asistas con tu Amor en esta última etapa de su vida, para que una vez traspasado el umbral que lo separa de la vida celestial, pueda cantar tus misericordias eternamente. Meditación en silencio. Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, que gobiernas a la Iglesia con tu Espíritu, haz que los cardenales electores del cónclave sean iluminados por este mismo Espíritu, el Espíritu del Amor divino, y así iluminados, elijan un Pontífice que guíe a la Barca de Pedro por las tormentosas aguas del mundo, hacia el Reino celestial. 

Meditación en silencio. 

Jesús, Sumo Pontífice, cuyo sacrificio en Cruz obtuvo para los hombres el perdón divino y la gracia de la filiación divina, te pedimos por todos los integrantes de la Iglesia, para que no desfallezcan ante las tribulaciones; antes bien, confiados en Ti, Supremo Pastor, sean capaces de dar ante el mundo un valiente testimonio de tu Amor. 

Meditación en silencio. 

Jesús, Pastor Supremo, que en tu Pasión de Amor por nosotros, fuiste calumniado, traicionado, rechazado, despreciado, juzgado inicuamente, Te pedimos para que la Cruz que lleva el Santo Padre Benedicto XVI le sea aliviada; al mismo tiempo, Te pedimos que nos enseñes a ser como otros tantos cireneos, que ayuden a llevar su Cruz, con la fuerza de la oración. También Te pedimos por el nuevo Sumo Pontífice, que será elegido en el próximo cónclave, quien también deberá llevar una pesada Cruz, como lo es la guía de la Iglesia, para que nuestra oración lo conforte en su Via Crucis

Meditación en silencio. 

Jesús, Supremo Pastor de nuestras almas, que con el cayado de la Cruz nos guías hacia el Calvario, Portal de los cielos, Tú que fuiste acompañado por tu Madre en el Camino Real de la Cruz, te pedimos que María Santísima nos asista en estos momentos de prueba para la Iglesia toda, a fin de que acompañados por Ella, vayamos en pos de Ti en el Via Crucis de nuestro tiempo y de nuestras vidas. 

Meditación en silencio. 

Jesús, Tú que nombraste a Pedro como Vicario tuyo, y le prometiste que “las puertas del infierno no prevalecerían” contra tu Iglesia, Te suplicamos que nos asistas con tu Santo Espíritu y con la Presencia de tu Madre, María Santísima, en este tiempo crítico del mundo y de la Iglesia, lleno de peligros para la vida de la fe, para que nuestra fe en ti y en la Santa Madre Iglesia, en sus dogmas y en sus sacramentos, no solo no decaiga nunca, sino que se vuelva cada vez más fuerte y sólida. 

Meditación en silencio. 

Jesús, Dios Hijo encarnado, que eres la Sabiduría y la Verdad Suprema e Increada, Tú que felicitaste a Pedro porque te reconoció como Hombre-Dios, no por el razonamiento de su inteligencia, sino porque fue iluminado por el Espíritu Santo, Te suplicamos que nos asista también el mismo Espíritu Santo, para que iluminados por Él, nunca caigamos en el error, en la herejía, en el cisma, en la apostasía. 

Meditación en silencio. 

Jesús, Tú que le prometiste a Pedro que no lo abandonarías en la prueba, rogando por él, luego de que Satanás pidió “zarandearlo como al trigo” (cfr. Lc 22, 31ss.), Te rogamos que nos cubras con Tu Sangre, para que sea nuestro escudo protector frente a las insidias y ataques del Enemigo de las almas, que busca hacernos vacilar y dudar en la fe para que apostatemos y abandonemos la Iglesia. Te rogamos, por los Dolores de Tu Madre, María Santísima, que nunca abandonemos la Barca de Pedro, y que en las pruebas de fe, salgamos siempre fortalecidos y purificados. 

Meditación en silencio. 

Jesús, Supremo Pastor, que con el cayado de la Cruz nos guías, por los escarpados senderos del mundo, hacia la vida eterna, Te pedimos la gracia de ser fieles hasta la muerte de Cruz, a las enseñanzas y a la Doctrina del Magisterio de la Iglesia, cuyos dogmas son inmutables y así han de permanecer hasta el fin del mundo; que el Santo Padre nos ayude siempre con la luz de su Magisterio, para que nunca abandonemos la segura y resplandeciente Luz de tu Verdad. 

Meditación en silencio. 

Señor Jesús, Dios eterno e inmortal, Tú que auxiliaste a Pedro dándole la mano cuando se hundía a causa de su falta de fe en Ti, haz que nunca nos dejemos extraviar con falsas doctrinas que, con el pretexto de la felicidad del hombre, promueven la inmoralidad y el sacrilegio, intentando convertir a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, en una institución humana y no divina; Te rogamos para que, con la guía del Santo Padre y con la luz del Espíritu Santo, nunca seamos engañados por el error. 

Meditación en silencio. 

Oración final: Jesús Eucaristía, Dios del sagrario, Dios de la Eucaristía, hemos venido a ofrecerte el humilde homenaje de nuestra adoración. Que nuestra suma imperfección en la oración, nuestras distracciones, y nuestras faltas de rectitud de intención, sean compensadas por la oración de Tu Madre y de los ángeles y santos que nos han acompañado. Nos retiramos, pero al mismo tiempo deseamos permanecer ante Tu Presencia sacramental, y para eso dejamos nuestros corazones al pie del sagrario, para que en todo momento y circunstancia estén siempre iluminados por la claridad de Luz y fortalecidos por el alimento de tu Amor. Nunca permitas que nuestra ceguera, nuestra debilidad, nuestra imperfección, nuestra tendencia al mal, nos aleje de Ti. Antes bien, por las heridas que sufriste en Tu Pasión, reclama tus divinos derechos sobre nosotros y atráenos hacia Ti, oh Abismo insondable de infinita Misericordia, para que en el tiempo y en la eternidad Te adoremos y exultemos en el gozo de Tu Amor. 

Oración de salida: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo; Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces). 

Canto de salida: “El trece de Mayo en Cova de Iría”.
A tres pastorcitos la Madre de Dios,
descubre el misterio de su corazón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Haced penitencia, haced oración,
por los pecadores implorad perdón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Las modas arrastran al fuego infernal,
vestid con decencia si os queréis salvar
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
El Santo Rosario constantes rezad,
y la paz del mundo el Señor os dará.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
¡Qué pura y qué bella se muestra María,
qué llena de gracia en Cova de Iria!
Ave, ave, ave Maria. Ave, ave, ave Maria.