viernes, 26 de abril de 2013

Hora Santa para Adoradores en reparación por los pecados de los cristianos



        


        Inicio: ingresamos en el Oratorio; hacemos silencio interior y exterior, puesto que nos encontramos ante la Presencia del Dios de inmensa majestad, Jesús Eucaristía. Venimos a ofrecer el homenaje de nuestra humilde adoración, en reparación por los pecados de los cristianos. Si el mundo ofende a Dios con su obrar contrario a sus mandatos, muchos cristianos -entre los cuales nos encontramos también nosotros- ofenden a Cristo Eucaristía con su obrar contrario a su condición de cristianos. Pedimos la asistencia de nuestra Madre del cielo, María Santísima, y la de nuestros ángeles custodios, de San Miguel Arcángel, y de todos los ángeles y santos del cielo, para que nuestra oración suba hasta el trono de Dios como incienso de suave fragancia.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto de entrada: “Sagrado Corazón eterna alianza”.

         Meditación

         Jesús, venimos a postrarnos ante tu Presencia sacramental, en donde te encuentras en la más triste soledad, abandonado por todos, pero de modo especial, abandonado por los cristianos. Tu Voz rebota en los corazones endurecidos, reacios a tu Presencia, cerrados para recibir tu gracia, pero abiertos para los amores terrenos. Esos amores espúreos que entrando por las sensaciones y por las pasiones desordenadas, proporcionan una aparente felicidad, la cual luego de poco tiempo se convierte en dolor y en dolorosa cicatriz. Jesús Eucaristía, te ofrecemos reparación por los cristianos que se dejan atrapar por las seducciones del mundo –muchas veces nosotros mismos caemos en sus redes- y te suplicamos nos concedas la gracia de adherir nuestros corazones a Ti, Sagrado Corazón, y desapegarlos de las vanas atracciones mundanas. Haz que podamos decirte muchos “Te amo”, en reparación por tantas conversaciones cargadas de vanidades, de celos, de rencores, que escuchas a menudo de los mismos cristianos.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, nos postramos ante Ti, adorándote como Nuestro Señor; te glorificamos como nuestro Dios y te tributamos todo el honor y la gloria que mereces, y te agradecemos por estar en la Eucaristía, maravillosísima Presencia sacramental a través de la cual cumples tu promesa de “estar con nosotros todos los días” hasta el fin del mundo. Te pedimos perdón y queremos reparar por la ultrajante indiferencia que para contigo manifiestan muchos cristianos, que ignorantes culpablemente de tu Presencia en la Eucaristía, o sabiéndolo pero aún así te tratan con desdén, te dejan solo en el sagrario, eligiendo a las más viles ocupaciones terrenas, dando lugar a tus amargas quejas: “Me abandonaron a Mí, que soy la fuente de aguas vivas, para cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el agua”. No se puede entender el misterio de iniquidad que anida en el corazón humano, que por un espejismo pasajero –música, cine, espectáculos, deportes, diversiones- Te abandonan a Ti, que eres el Dios del Amor, que desde el Pan Vivo derramas torrentes inagotables de gracias. Apiádate de estos cristianos, niños, jóvenes, adultos, ancianos, que insensata y neciamente prefieren morir de sed, bebiendo de las pútridas aguas del mundo, antes que saciar la sed del alma con el agua fresca y cristalina de tu Amor.

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, que en el sagrario derramas tu amor sobre las almas, así como el sol en el firmamento derrama su luz sobre la tierra; Te pedimos perdón y te ofrecemos reparación por las almas que comulgan en pecado mortal. Son como otros tantos cadáveres que, no reparando en el estado calamitoso de sus almas, te hacen entrar en sus corazones que hieden por la descomposición, a causa del mal que en ellos anida. El pecado mortal es la negación del Amor divino, y por lo tanto significa odio a Dios, y es un contrasentido que un alma que odia a Dios haga entrar en su corazón al Dios de Amor infinito; el pecado mortal es sinónimo de muerte y desolación, y por eso no puede ingresar en un corazón en ese estado, el Dios que es la Vida Increada y al Autor de toda vida creada; el pecado mortal es descomposición espiritual del alma, que así despide olores nauseabundos y putrefactos, y por este motivo no puede entrar en un alma en ese estado Jesús Eucaristía, el Dios que es Espíritu Puro y que posee un Cuerpo glorificado. Te ofrecemos reparación y te pedimos perdón por las almas que comulgan sin las debidas disposiciones, y que permiten que tu Cuerpo glorificado y sacramentado sea depositado en un corazón indigno y lleno de impurezas. Deseamos, oh Jesús Eucaristía, llevarnos el sufrimiento que te causan las almas que se acercan para comer tu Cuerpo y beber tu Sangre en pecado mortal.

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, que eres la Pureza Increada, cuyo candor arrebata en éxtasis de amor a los ángeles y santos del cielo; Tú, en quien no existe la más pequeñísima sombra de imperfección, te pedimos perdón y reparamos por las hijas tuyas que se acercan a recibirte bajo las especies sacramentales, vestidas indecentemente. Estas almas no han entendido que a la Eucaristía se viene con los mejores trajes, porque es estar ante el Dios verdadero, que se da como alimento a la humanidad. Reparamos oh Jesús, por muchas de tus hijas que exhiben sus cuerpos como ganado en exposición; hijas que llegan al Templo vestidas indecorosamente; hijas que despiertan la tentación y el apetito carnal dentro de la Casa de Dios por no vestirse adecuadamente; hijas que tendrán que comparecer ante el Tribunal Divino por no haber usado vestidos modestos para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Te suplicamos, oh Jesús Eucaristía, que tu mirada virginal las encamine al pudor y les haga sentir la hermosura de la pureza en sus corazones.

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, te ofrecemos reparación por las ofensas que recibes diariamente en tu Tabernáculo de Amor: muchísimas almas te ultrajan por su indiferencia, sosteniendo que eres sólo un símbolo, pero que de ninguna manera estás realmente Presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Te ofrecemos reparación por quienes no creen que estés vivo en la Hostia Santa, para te reconozcan y sientan la necesidad de comer el Pan de Vida eterna, para que despierten del sueño en el que viven, para que despierten su fe, para que abran los ojos del alma, iluminados por la fe, a la extasiante realidad sobrenatural de tu Presencia Eucarística, para que se suelten de los sutiles engaños de Satanás que les hace creer que eres solo un pan bendecido y nada más.

Silencio para meditar.

Jesús Eucaristía, te ofrecemos reparación por las almas que roban tu Cuerpo Santísimo para profanarlo, para pisotear tu Divinidad presente en este manjar del cielo, para martirizarte y ultrajarte en ritos satánicos, para rebajarte a la nada. Estas almas renuevan los golpes, los insultos, las blasfemias, que recibiste a lo largo del Via Crucis, y así tu Sagrado Cuerpo es azotado y flagelado por las profanaciones al Misterio Eucarístico y tu Sangre es desperdiciada y pisoteada. Te ofrecemos nuestros cuerpos y nuestras almas y todo nuestro ser, para ponernos en lugar tuyo, y así detener tan aberrantes e insensatos actos de maldad. Te pedimos perdón por quienes responden con odio al Misterio de Amor que es tu Presencia eucarística, Misterio que es triturado y masacrado. Te suplicamos que conmuevas a estos corazones, por la gran Misericordia que brota de tu Ser divino, para que acudan prontamente al Sacramento de la Confesión, para que así sean liberados de las garras de Satanás, porque están en alto riesgo de condenación; son almas que están inmersas en el mundo de las tinieblas y, si no se convierten de corazón, padecerán atroces dolores en la otra vida, para siempre. Apiádate de estos profanadores del Augusto Sacramento, para que no mueran sin arrepentirse, para que no sean arrojados al lago de fuego, del cual jamás podrán salir.

Silencio para meditar.

         Meditación final

         Jesús amado, hemos escuchado tus lamentos y por eso hemos venido aquí, ante vuestra Presencia sacramental, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de nuestros hermanos, sobre todo por aquellos que te olvidan, te menosprecian, te son indiferentes, e incluso llegan a cambiarte por un ser de oscuridad, el Ángel caído. Postrados ante tu Presencia, reparamos por estas almas, muchas de las cuales han perdido por completo el sentido de lo sagrado, almas que no ven las consecuencias devastadoras de sus actos, almas que se han pasado al bando de los malos, almas a las que les espera el llanto y rechinar de dientes. Estamos aquí para reparar por las injurias, abominaciones y sacrilegios que se cometen contra vuestro Corazón Eucarístico, Corazón que sólo sabe amar y perdonar, Corazón que sobreabunda en Misericordia para con el pecador. Perdónalos, Jesús, porque no saben lo que hacen; ten misericordia de ellos y también de nosotros. Que María Santísima nos acompañe y que llevándonos en su Inmaculado Corazón, haga de nuestras vidas un continuo acto de amor a Ti.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto de salida: “El trece de mayo”.
         

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