jueves, 9 de mayo de 2013

Hora Santa en reparación por los que promueven leyes contrarias a la Ley de Dios




         Inicio: ingresamos en el Oratorio, acallamos toda voz exterior e interior, hacemos oídos sordos al bullicio del mundo, nos postramos ante la Presencia sacramental de Jesús en la Eucaristía, elevamos nuestras mentes y nuestros corazones ante el trono de la majestad de Dios, la custodia del Santísimo. Nos humillamos exterior e interiormente ante Jesús Sacramentado, Dios de inmensa majestad, ante cuya Presencia los ángeles se estremecen de alegría, de temor santo y de amor incontenible. Pedimos la asistencia de María Santísima, Ella, que adoró la Eucaristía, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, desde el momento mismo de la Encarnación. Pedimos también la asistencia de nuestros ángeles custodios, que adoran en los cielos a Dios Trino, para que nuestra humilde adoración se una a la suya. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por todos aquellos que legislan en contra de la Ley de Dios.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto de entrada: “La Virgen María nos reúne”.

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú eres el Dios Vivo y la Vida Increada en sí misma; Tú eres el Creador de toda vida y de todo ser viviente; por Ti todo fue hecho; de Ti recibe vida quien vive en este mundo, y todo ser humano vive porque Tú, en concurso con el Padre y el Espíritu Santo, lo creas y le das vida. Tú, con el Padre y el Espíritu Santo, utilizando al máximo la Sabiduría divina, el Amor divino y la Omnipotencia divina, creaste al hombre como imagen y semejanza de Dios vivo, y al encarnarte, te convertiste Tú en nuestro modelo y fuente de vida natural y sobrenatural; por Ti vivimos, por Ti existimos, por Ti somos; en Ti nos movemos y hacia Ti nos dirigimos. Todo ser humano viene de tus manos, porque Tú con el Padre y el Espíritu Santo lo creaste, y todo ser humano refleja la bondad, la sabiduría y la omnipotencia de Dios Trinidad. Cada ser humano, cada cigoto, cada embrión, cada niño por nacer, es una muestra viviente de la Sabiduría celestial, el Amor eterno y la Omnipotencia creadora de Dios Uno y Trino. Sin embargo, a pesar de que cada cigoto, cada embrión, cada niño por nacer, es algo más valioso que todo el universo porque es una imagen y semejanza de Dios Trino, los hombres nos empeñamos por destruir la obra de tus manos, legislando leyes perversas que buscan terminar con la vida humana que apenas se inicia. Jesús, Tú también fuiste cigoto, embrión, niño por nacer, y comprendes cuán indefensos se encuentran estos niños que quedan, gracias a estas leyes inicuas, a merced de lobos disfrazados de ovejas, y por eso Te pedimos que recibas en tu Corazón traspasado a todos aquellos niños que morirán, hoy y en el futuro, por causa de estas leyes inicuas, la primera de todas, la ley del aborto. Venimos a ofrecerte nuestra humilde adoración y reparación, pidiéndote perdón por todos aquellos que pergeñan leyes contra los niños por nacer, aprobando por decreto humano la destrucción y muerte de la vida salida de tus manos, buscando destruir, de todas las maneras posibles, la obra maestra de la Trinidad. ¡Oh Jesús, no les tengas en cuenta estos pecados abominables! ¡Sopla sobre sus mentes entenebrecidas, tu Espíritu Santo, para que el resplandor de su Amor los ilumine, y así se arrepientan y salven sus almas!

         Silencio para meditar

         Jesús Eucaristía, Tú sufriste la agonía en el Huerto de los Olivos, y luego la sufriste por segunda vez en la Cruz. Al sufrir nuestra muerte, mataste con tu muerte nuestra propia muerte, para darnos la Vida eterna. Con tu agonía, en el Huerto y en la Cruz, nos enseñaste y diste ejemplo de cómo nuestra muerte, unida a tu muerte en la Cruz, deja de ser castigo por el pecado, para convertirse en sacrificio agradable a Dios. Unida a tu muerte en la Cruz, la muerte de todo ser humano adquiere un valor infinito, incalculable, inapreciable, porque se convierte, de muerte que era, en fuente de vida, y de vida eterna, para quien une su muerte a tu muerte en la Cruz, y para todos sus seres queridos. Morir unidos a Ti en la Cruz, es morir para vivir, es vivir la muerte y es morir a la vida terrena, para nacer y comenzar a vivir la vida eterna, la vida que triunfa sobre la muerte, la vida perfecta de Dios Trino, la vida que es amor, paz, alegría de Dios, sin fin, para siempre. Sólo en Ti, Dios crucificado y resucitado, que das la vida eterna a quien cree en Ti y recibe con amor y fe en la comunión eucarística, la muerte del hombre se convierte y adquiere todo sentido. Te pedimos perdón, oh Jesús, Dios Vivo y Autor de toda vida, por aquellos que legislan contra los enfermos terminales, propiciándoles una muerte indigna, llamándola “muerte digna”; te pedimos perdón por quienes están a favor de la eutanasia, falsamente llamada “buena muerte”, porque es una muerte que no conduce a Ti, que no es querida ni santificada por tu Cruz. Te pedimos perdón, porque quienes están a favor de la eutanasia, no saben lo que hacen, porque no han comprendido que la agonía y la muerte del hombre, unidas a tu Agonía y Muerte en la Cruz, se convierten en vida y fuente de vida eterna. ¡Apiádate, Jesús, de quienes asesinan a sus hermanos, privándolos, con las leyes inicuas de la eutanasia, de la alimentación y de la hidratación, provocándoles la muerte más dolorosa que pueda haber, la muerte por hambre y por sed! ¡Concédeles, oh Buen Jesús, la gracia de adorarte en la Cruz, para que iluminados por Ti, sean capaces de apreciar la buena y santa muerte, la muerte que en Ti se convierte en vida eterna!

         Silencio para meditar.

         Jesús, Tú que con el Padre y el Espíritu Santo, creaste al hombre varón y mujer, para que en la diferencia encuentren la felicidad; Jesús, Tú que siendo la Sabiduría divina quisiste que el varón encontrara el amor en la mujer, y la mujer en el varón; Tú que creaste a la mujer del costado de Adán, para que en la unión con él se convirtieran ambos en fuente de vida; Tú que pensaste al matrimonio entre el varón y la mujer como la sociedad humana perfecta en la que esposos, padres e hijos encontraran su más perfecta realización; Tú que quisiste que los hijos fueran el fruto del amor esponsal, del amor de los esposos varón y mujer, te pedimos perdón y reparamos por aquellos que legislan contra la ley natural, permitiendo falsamente uniones que jamás lograrán dar la felicidad a los hombres, uniones que sólo traerán dolor y amargura, uniones que contrarían tu designio divino y por eso están condenadas al más completo fracaso desde el inicio. Te pedimos perdón también por quienes legislan favoreciendo nacimientos de niños por fuera del acto sexual esponsal, único lugar digno para la concepción de un ser humano, porque es la expresión del amor de los esposos, y no puede nunca ser reemplazado por una fría manipulación de laboratorio. Te pedimos, Jesús, que te apiades de quienes a sabiendas legislan contra la ley natural, y concédeles la gracia de poder apreciar el misterio insondable que se esconde y revela en el amor esponsal del varón y la mujer.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, te pedimos perdón y ofrecemos reparación por todos aquellos que, para justificar el pecado, inventan sus propios códigos morales, tratando vanamente de mostrar como “normal” lo que es debilidad humana y aberración antinatural. Te pedimos perdón porque el hombre se ha erigido en su propio dios, desplazándote a Ti, único Dios verdadero. El hombre se adora a sí mismo, y ha dejado de adorarte a Ti, Dios del sagrario, y enceguecido por esta falsa adoración de sí, ha llegado al colmo de la inmoralidad, del descaro, de la soberbia y de la crueldad. Te pedimos, Jesús, por quienes propician leyes inhumanas, anti-cristianas, anti-naturales, que bajo un falso barniz de “derechos humanos”, lo único que traen consigo es dolor, tristeza, amargura, llanto, en esta vida y, lamentablemente, para muchos, también en la otra vida. Apiádate de ellos, Jesús, porque para muchos, estas leyes, aprobadas con el aplauso y la gloria de los hombres, se convierten en puerta abierta que conduce a las profundidades del infierno, en donde la vanidad humana se convierte en dolor que no tiene fin ni consuelo. Te suplicamos, Jesús, que abras los ojos de estos hijos tuyos, ciegos espirituales, para que descubran la hermosura y perfección de la ley natural y de la ley divina y, dejando de lado las aberraciones contra la naturaleza y contra Dios, legislen a favor de los hombres, según tu Sabiduría y tu Amor.

         Silencio para meditar.

         Meditación final

Jesús Eucaristía, en tu infinito Amor por nosotros, nos dejaste en la Cruz a tu Madre como Madre nuestra, para que nos cobijara bajo su manto y para que cuidara de nosotros con amor maternal. Te rogamos por aquellos hijos tuyos que promueven y practican leyes contrarias a tu designio y a tu querer divino; leyes falsas que sólo procuran amargura y dolor a los hombres; leyes que justifican las peores aberraciones morales; leyes que sólo son expresión de los más profundos trastornos, debilidades y maldades del corazón humano; leyes que apartan radicalmente del Amor divino, al tiempo que abren las puertas de las almas a la tenebrosa oscuridad del mal; leyes que surgidas del odio angélico, se dirigen contra el Orden, la Belleza y el Bien que Tú imprimiste en la naturaleza humana, y buscan su inversión y perversión para lograr finalmente su destrucción. Te suplicamos, Jesús, que hieras sus corazones con el fuego de tu Amor, para que se conviertan y, así convertidos, abandonen las leyes de la perversión y se encomienden a María, Abogada y Defensora de los pecadores.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Canto de salida: “El trece de mayo”.

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