lunes, 6 de enero de 2014

Hora Santa pidiendo por los cristianos que sufren persecución


         Inicio: en el segundo día de la Octava de Navidad del año 2013, el Santo Padre Francisco pidió que se rece “por los cristianos que sufren discriminación a causa del testimonio que dan de Cristo y del Evangelio”. Según el Santo Padre, nosotros, como Iglesia, “Estamos cerca de estos hermanos y hermanas que como San Esteban, son acusados injustamente y son objeto de violencias de todo tipo” (cfr. Angelus del 26 de diciembre de 2013). Con respecto a estos cristianos y a su situación, dice así el Santo Padre: “Estoy seguro que, lamentablemente, son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia y que son muchos. Esto sucede especialmente en los lugares en donde la libertad religiosa no está todavía garantizada o no está plenamente realizada. Sucede también en países y ambientes que en sus papeles tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde de hecho los creyentes, especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones. Yo quiero pedirles de rezar por estas hermanas y hermanos, unos instantes, todos. Y los recomendamos a la Virgen…” (cfr. Angelus, ibidem).  Haciéndonos eco de este pedido del Santo Padre, ofrecemos esta Hora Santa pidiendo por estos hermanos nuestros que sufren persecución y tribulaciones de todo tipo por ser fieles a Nuestro Señor Jesucristo, al tiempo que ofrecemos también esta Hora Santa por quienes no vivimos en situación de persecución cruenta, para que sepamos dar testimonio de Cristo y su Evangelio.

         Canto inicial: “Cristianos, venid, a adorar a Cristo”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman. Amén” (tres veces).

        “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón, y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Meditación

         Jesús Eucaristía, te pedimos por los cristianos que sufren persecución por el solo hecho de ser cristianos, para que ellos tengan paz y fortaleza y nosotros sepamos valorar el inmenso don de la gracia del bautismo, gracia que nos hizo ser hijos adoptivos de Dios con la misma filiación divina con la cual Jesús es Dios Hijo desde la eternidad. Mientras los enemigos de la Iglesia y de Cristo saben reconocer esta marca distintiva, la marca del bautismo, marca que ennoblece al alma elevándola infinitamente por encima de toda la Creación, muchos cristianos, entre los cuales nos contamos muchas veces, no tenemos en cuenta ni apreciamos la grandeza de ser hijos de Dios. Muchos cristianos tienen como cosa de poco o ningún valor el hecho de haber recibido el Bautismo sacramental, sin considerar que se trata del don más grande que Dios Uno y Trino pueda hacer a creatura alguna, y el objetivo final del Plan Divino de Redención llevado a cabo por Jesucristo. El Hijo de Dios vino a este mundo, como dice el Evangelista Juan, para “deshacer las obras del demonio”, para derrotarlo y encadenarlo definitivamente en los infiernos, y para vencer al pecado y a la muerte, pero ninguno de estos prodigios alcanza la excelencia y sublimidad del don de la filiación divina concedido en el Bautismo sacramental, don por medio del cual al alma no solo se le quita la mancha del pecado original y se la sustrae de las garras del Príncipe de este mundo, sino que se le concede el ser hijo adoptivo de Dios, de manera tal que el bautizado es más hijo de Dios que de sus padres biológicos. Por el Bautismo, le vienen al alma toda clase de bienes, el primero de todos, el ser heredero del Reino de los cielos, hijo de Dios y hermano de Cristo, obteniendo una dignidad que no le fue concedida a ningún ángel, por más poderoso que sea. Sin embargo, muchos cristianos tienen a menos este título de nobleza celestial, y cubren con toda clase de ignominias su condición de hijos de Dios. Te pedimos, oh Jesús, por ellos, para que les concedas la gracia de apreciar el don que asombra a las Jerarquías angélicas, el don de ser cristianos, el don de ser hijos de Dios, para que dejando de vivir carnal y terrenalmente, comiencen a vivir espiritual y sobrenaturalmente, que es lo que corresponde a un hijo de Dios, y adecuando sus vidas a su nueva condición celestial, merezcan tomar posesión del Reino de los cielos. Amén.

         Silencio para meditar.

     Jesús Eucaristía, te pedimos por los cristianos catecúmenos que no pueden aprender el Catecismo libremente y deben hacerlo a escondidas, con riesgo de sus vidas, y reparamos por aquellos cristianos que, habiendo recibido el Catecismo y sin tener a nadie que los persiga ni dañe por ser cristianos, sin embargo, en vez de profundizar en la sublime y hermosísima doctrina cristiana, se dejan seducir por los conocimientos mundanos, convirtiéndose en sabios según el mundo pero al mismo tiempo convirtiéndose en “analfabetos cristianos” por desconocer culpablemente la doctrina; Jesús Eucaristía, te pedimos por aquellos cristianos que, guiados por el Espíritu Santo, enseñan el Catecismo de modo clandestino, porque si son descubiertos sufren la cárcel y castigos físicos o incluso pueden llegar a ser ejecutados, y reparamos por todos aquellos cristianos que, en sus respectivos países, teniendo todo el tiempo y el talento necesarios para enseñar Catecismo, sin embargo no lo hacen, sea por pereza, indolencia, tibieza, negligencia, comodidad, o si lo hacen, lo hacen a desgano o enseñando un Catecismo secularizado, mundanizado, fruto de su ignorancia culpable, permitiendo de esa manera que las sectas se cobren sus víctimas entre los niños y jóvenes que, por su pereza e indolencia, no reciben el Catecismo o lo reciben mal; Jesús Eucaristía, te pedimos por aquellos cristianos que no pueden leer la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, porque su lectura en sus países está prohibida o porque no se puede adquirir una Biblia sino es a riesgo de la vida, y reparamos por los cristianos indolentes, perezosos, tibios, fríos e indiferentes, que pudiendo leer la Palabra de Dios -sea porque nadie los persigue si lo hacen, sea porque tienen los medios a disposición-, no lo hacen, pero sí en cambio usan su tiempo para ver televisión, navegar por Internet, pasear, entretenerse, o leer libros y revistas que nada tienen que ver con Dios y su Palabra, desperdiciando así las preciosísimas oportunidades que tienen a su alcance para profundizar en el conocimiento de la Palabra de Dios. Jesús Eucaristía, te pedimos por estos cristianos, y también por nosotros mismos, que muchas veces caemos en estos mismos errores, para que despiertes en nosotros una sed tan grande de la Palabra de Dios, que no podamos vivir sin ella. Amén.

         Silencio para meditar.

      Jesús Eucaristía, te pedimos por los cristianos que no pueden recibir los sacramentos ni asistir a Santa Misa, porque en los lugares en donde residen, la práctica pública está penada por la ley y se castiga con la vida, y reparamos por los cristianos tibios e indolentes, fríos e indiferentes, que a pesar de no sufrir ningún tipo de persecución por practicar su religión públicamente, y a pesar de disponer de iglesias, oratorios, parroquias, capillas, en donde se celebra la Santa Misa con regularidad, no asisten a Misa, dando los más insólitos y variados motivos para no hacerlo, o simplemente porque puestos a elegir entre Jesús Eucaristía o el partido de fútbol, no dudan en elegir el partido de fútbol, y si son niños o jóvenes, eligen a sus cantantes, músicos, amigos, diversiones, dejando solo a Jesús en el altar eucarístico y en el sagrario. Muchísimos cristianos, teniendo a su disposición la posibilidad de asistir a la Santa Misa, viviendo cerca de la Iglesia, poseyendo medios materiales, económicos, espirituales y de todo tipo para poder hacer de la Santa Misa el evento central del Domingo y de la semana, no obstante, la posponen y abandonan por las atracciones del mundo. Si los cristianos de la Antigüedad –y los cristianos perseguidos en nuestros días- decían que “no podían vivir sin la Santa Misa dominical”, muchos cristianos tibios, de nuestros días –entre los cuales muchas veces nos contamos-, dicen lo contrario: “No necesitamos de la Santa Misa para vivir”. Te pedimos, oh Jesús Eucaristía, que les concedas, a ellos y a nosotros, un ardiente amor por el don que Dios Padre deposita en cada Santa Misa en el altar eucarístico, tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, te pedimos por los cristianos que sufren violencias de todo tipo –psicológicas, verbales, morales, físicas-, hasta la encarcelación e incluso la pena de muerte, por el solo hecho de no solo no avergonzarse, sino de proclamar valiente y públicamente su fe en Cristo Dios, mientras que muchísimos otros cristianos, reniegan cobardemente de su condición de cristianos, siendo conniventes, complacientes y cómplices con el mundo pagano, ateo, consumista, hedonista, lujurioso y materialista. Muchísimos cristianos callan por cobardía su condición de cristianos, con tal de no perder sus privilegios, o por respetos humanos, y es así que se vuelven cómplices del mal cuando consumen pornografía, cuando abandonan la Santa Misa por el fútbol y la música, cuando dejan de lado la Iglesia por cualquier pretexto, la gran mayoría de ellos, banales, cuando silencian por temor, miedo, vergüenza -que no es otra cosa que cobardía-, la defensa de la Santa Iglesia Católica, del Santo Padre, de los obispos, sacerdotes y laicos fieles a Jesucristo. Muchísimos cristianos pecan de cobardía cuando consienten con las leyes y mandamientos de Satanás, en un todo opuestos a las leyes y Mandamientos de Dios, y es así como, llamados a ser “sal de la tierra y luz del mundo”, en vez de evangelizar en sus familias, en sus ambientes de trabajo o de esparcimiento, callan su condición de cristianos y se vuelven cómplices de quienes, con toda malicia, a la par que demuelen los minúsculos resabios de cristianismo de la sociedad, se esmeran por construir un mundo sin Dios, un mundo de tinieblas. Los cristianos que callan por cobardía serán negados por Jesucristo en el Día del Juicio Final, según sus palabras: “Al que me niegue delante de los hombres, Yo lo negaré delante de mi Padre”. Te pedimos, oh Buen Jesús, la gracia de no ser nosotros esos cristianos y, si hemos cometido el pecado de cobardía en algún momento, te pedimos la gracia de reparar con creces, dando testimonio público de Cristo según nuestro estado de vida. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, te pedimos por los cristianos que dan testimonio de tu divinidad con sus vidas, uniéndose de esta manera a tu sacrificio en Cruz; te damos gracias, porque ellos son los mártires de nuestros tiempos, que con su sangre riegan la tierra y la fertilizan con la santidad que proviene de Ti, propiciando con su sangre derramada, el nacimiento de nuevos cristianos. Te damos gracias por el martirio de estos valientes hijos de la Iglesia, que al precio de su sangre y de su vida, te han seguido hasta el Calvario y han aceptado el don que les hiciste de compartir tu Cruz y tu sacrificio redentor. Estos cristianos son los que te han seguido a Ti, Cordero de Dios, hasta el Supremo Sacrificio de la Cruz y, cobijados bajos el manto celestial de María Virgen, permanecieron arrodillados al pie de la Cruz y así la Sangre que brotó de tus heridas abiertas y de tu Corazón traspasado cayó sobre ellos y los lavó de toda mancha de pecado; ellos son los que, habiendo lavado sus túnicas con la Sangre del Cordero, tu Sangre, oh Jesús, ahora merecen adorarte en el cielo y extasiarse de gozo y alegría por toda la eternidad. Te pedimos, oh Buen Jesús, por aquellos cristianos que, si bien no son perseguidos cruentamente en sus países de origen, sí lo son incruentamente, a través de los medios de comunicación, que intentan de todas las formas posibles hacer desaparecer tu Nombre Santísimo de la faz de la tierra y de los corazones de los hombres; te pedimos, Jesús Eucaristía, por los cristianos que son santos y mártires anónimos, que dan testimonio de ti desde la humildad y el silencio de sus vidas sencillas, para que les des fortaleza y puedan perseverar en tu gracia hasta el fin para que, al igual que aquellos que murieron derramando su Sangre por confesar tu Nombre, también ellos, confesando tu Nombre en las pequeñas cosas de todos los días, en sus familias y en sus ambientes de trabajo, alcancen también la palma del martirio. Amén.

         Silencio para meditar.

         Meditación final

         Jesús Eucaristía, te pedimos por los cristianos que en la actualidad están encarcelados y que han sido condenados a diversas penas –en muchos casos, se trata de la pena capital-, para que experimenten, por la Misericordia Divina, la Comunión de los Santos, y así Jesús y María Santísima les concedan, por esta Hora Santa y por muchas otras que se rezarán en el mundo, al menos un mínimo de alivio y refrigerio espiritual en medio de la desolación y tribulación que significan la cárcel y la condena a muerte, y reparamos por todos aquellos cristianos -entre los cuales nos incluimos muchas veces-, que no aprecian el don de la verdadera libertad, la libertad que da Cristo, Camino, Verdad y Vida, y en vez de ser libres por la gracia santificante, que libera de la esclavitud del error y de la ignorancia y de las tinieblas del pecado, eligen ser prisioneros y esclavos voluntarios del mal, apartándose de los Mandamientos de Dios. Te suplicamos, oh Buen Jesús, por nuestros hermanos cristianos, prisioneros por el único delito de ser fieles a Ti, Cristo Dios, para que les concedas alivio y fortaleza en la tribulación y a nosotros, danos la gracia de dar testimonio de Ti, oh Cordero de Dios, todos los días que nos quedan de nuestra existencia terrena, hasta el último día, para que merezcamos contemplar tu Divino Rostro y alegrarnos en Ti por la eternidad. Amén.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman. Amén” (tres veces).

        “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón, y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.


         Canto final: “El trece de mayo”.

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