viernes, 7 de febrero de 2014

Hora santa en reparación por los ultrajes cometidos contra la Eucaristía


         Inicio: ingresamos en el Oratorio. Hacemos silencio interior, para recoger nuestros sentidos internos y también hacemos silencio exterior, para poder elevar nuestra oración y escuchar la voz de Dios, que habla en el silencio. Pedimos la asistencia de nuestros santos ángeles custodios y la intercesión de nuestra Madre del cielo, María Santísima, para que la oración llegue hasta el trono del Cordero en los cielos. Ofrecemos esta Hora Santa de modo particular, en reparación por los ultrajes cometidos contra la Eucaristía, sobre todo las profanaciones hechas con intenciones de realizar misas negras.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Canto inicial: “Hacia Ti, Morada Santa”.

Meditación

Jesús, Tu Presencia en la Eucaristía es un regalo del Amor del Padre para toda la humanidad; por la Eucaristía, los hombres tenemos ya en la tierra, en el altar eucarístico y en el sagrario, algo más grande que los cielos eternos, porque la Eucaristía eres Tú, el Hijo de sus entrañas, y sin embargo los hombres ultrajan tu Presencia eucarística posponiéndote por eventos banales. Te pedimos perdón y reparamos, por ellos y por nosotros, y te pedimos para todos la gracia de la contrición perfecta del corazón.

         Silencio para meditar.

         Jesús, la Santa Misa es el acontecimiento más trascendente que pueda suceder a la humanidad, porque se trata de la renovación incruenta del Santo Sacrificio de la Cruz, sacrificio por el cual quitas el pecado del mundo, derrotas al infierno, destruyes a la muerte y salvas a la humanidad de las garras del demonio, y sin embargo los hombres no cesan de cometer todo tipo de injurias, sacrilegios y profanaciones, ya sea menospreciándola, o asistiendo con tibieza, o bien cometiendo el horrible pecado de profanarla por medio de misas negras. Te pedimos perdón y te ofrecemos esta Hora Santa en reparación, pidiéndote para ellos y para nosotros la gracia de la conversión y de la perseverancia final. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, la Eucaristía es el Sol que ilumina las tinieblas de este mundo que “yace en tinieblas y en sombras de muerte”, porque la Eucaristía eres Tú, Cordero de Dios, Lámpara de la Jerusalén celestial, Sol de justicia, Luz de Luz eterna, Luz indefectible, Luz Viva que das vida y amor a quien iluminas, y sin embargo, por un hórrido misterio de iniquidad, los hombres prefieren habitar en las sombras, y es así que en vez de acudir al sagrario, a postrarse ante tu Presencia eucarística para adorarte, corren a adorar a los modernos ídolos neo-paganos del mundo moderno, y por ellos te pedimos perdón y reparamos y te ofrecemos a ti mismo en reparación, para que no les tengas en cuenta este pecado.

         Silencio para meditar.

         Jesús, la Comunión eucarística alimenta nuestras almas con un manjar exquisito, un manjar celestial, un manjar de ángeles, porque es tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma, tu Divinidad y tu Amor, de manera que el alma queda saciada y colmada con tanta paz, alegría, felicidad y amor, que nada más puede desear en este mundo, aunque de momento no pueda experimentarlo sensiblemente, pues estos bienes los recibirá en su plenitud en la vida eterna. Y sin embargo, muchos hombres, reciben la comunión eucarística de modo distraído, de manera tal que desperdician la gran mayoría de los dones, mientras que otros llegan al colmo de recibir la Eucaristía con el único objetivo de preservarla para luego utilizarla en misas negras. Te pedimos perdón y reparamos, oh Buen Jesús, por las comuniones sacrílegas, realizadas únicamente con el propósito explícito de profanar luego la Eucaristía en ritos satánicos; te suplicamos que no les tengas en cuenta este abominable delito y que, por los méritos de tu Pasión y por los méritos y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, les concedas la gracia de la conversión. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, la Eucaristía es el signo celestial que nos indica el camino a la eternidad; las apariencias del pan constituyen la esperanza de vida eterna, porque más allá de lo que aparece a nuestros ojos y sentidos, estás Tú, que eres Dios eterno y por eso la Eucaristía es la razón de nuestra alegría y es lo que da sentido a nuestra vida y a nuestro paso por esta vida, porque nos dirigimos hacia la Eucaristía, es decir, hacia Ti, Morada Santa; todos nuestros pasos, toda nuestra vida, todos los segundos y minutos y días de nuestra vida terrena, se encaminan y se dirigen hacia Ti, Morada Santa, Eucaristía, Pan de Vida eterna, Dios de Amor y de Paz, en quien reposaremos y viviremos para siempre, por tu misericordia, por la eternidad. Y sin embargo, muchísimos hombres, encaminan sus pasos en la dirección opuesta; muchísimos hombres, dirigen sus vidas en otra dirección; muchísimos hombres gastan su tiempo en cosas vanas, en cosas que no son Eucaristía, y así pierden de vista la Eucaristía, pierden de vista la eternidad, te pierden de vista a Ti, Dios de la Eucaristía, Morada Santa. Te pedimos perdón y reparamos, y te suplicamos que les concedas, a ellos y a nosotros, la gracia del arrepentimiento perfecto y la gracia de la perseverancia final, de modo que todos vivamos en Ti, en tu Morada Santa, por la eternidad. Amén.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, 
por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.


         Canción final: “El trece de Mayo”.

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