lunes, 2 de marzo de 2015

Hora Santa en reparación por los distintos pecados del mundo


         Inicio[1]: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario, en reparación por nuestros pecados y por los del mundo entero.

         Canto inicial: “Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”.

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Inicio del rezo del Santo Rosario. Enunciación del Primer Misterio (misterios a elección).

         Meditación

Jesús, queremos reparar por las almas atraídas por las cosas del mundo, en las cuales también nos reconocemos y por eso reparamos también por nuestra propia tibieza. Estas almas te dedican a Ti solo un amor pasajero, fugaz, interesado y egoísta. Son almas que se resisten a seguir tus huellas, porque tus huellas están ensangrentadas y se dirigen hacia el Monte Calvario. Estas almas, oh Jesús, rechazan el sufrimiento y sólo te honran con sus labios, pero su corazón se deja, fácilmente, atraer por las cosas del mundo. Estas almas, oh Jesús mío, se entretienen y se alegran con las cosas del mundo, pero sienten tedio y hastío cuando se trata de hablar Contigo, Fuente inagotable del Amor y de la verdadera alegría. Estas almas, oh Jesús, que conocen el fuego de tu Amor, porque en algún momento fueron encendidas por las llamas que envuelven a tu Sagrado Corazón, dejan entibiar sus corazones, al elegir las cosas del mundo y dejarte abandonado a Ti. Queremos reparar por esas almas tibias y por nuestra propia tibieza, oh Jesús Eucaristía, y por eso te suplicamos que a ellas y a nosotros, nos des la gracia de tener siempre presente que el mundo y sus atractivos es algo que pasa y se escurre como arena entre los dedos, mientras que lo único que importa en esa vida, es hacer tu Santa Voluntad, reflejada en los Mandamientos y cargar la cruz de todos los días, para así, al final de esta vida terrena, llegar al Reino de los cielos.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, gloria.

Enunciación del Segundo Misterio del Santo Rosario

Meditación

         Jesús, queremos reparar por los ateos y por el pecado del ateísmo, teórico y práctico; queremos reparar por las almas que libremente deciden rechazar tu existencia, negándose a ver los signos de tu Presencia y Existencia, en el mundo creado. Quien no quiere creer en Ti, es porque ha cerrado voluntariamente su inteligencia a los múltiples signos que hablan, a cada momento, de tu Sabiduría y de tu Amor. Muchos, en el colmo de la necedad, oponen la fe y la razón, enalteciendo a la razón humana y deificando a la ciencia, sin tener en cuenta que la ciencia que estudian y a la que deifican, la estudian con la razón con la que Tú los dotaste, y que todo está hecho con precisión científica porque Tú creaste el mundo con tu Divina Sabiduría y con tu Divino Amor, y todo lo hiciste con perfección científica. Reparamos, oh Jesús, por quienes idolatran a ciencia y a la tecnología, en vez de adorarte a Ti, que has creado al mundo con precisión científica y has dotado a los científicos de una inteligencia que es participación a tu Divina Inteligencia.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, gloria.

Enunciación del Tercer Misterio del Santo Rosario

Meditación

         Jesús, queremos repara por quienes ejercen la violencia física, moral, psicológica, espiritual, sobre sus hermanos. Reparamos especialmente por quienes persiguen a los cristianos, decapitándolos, quemándolos vivos, crucificándolos, por el solo hecho de ser cristianos. Quienes así obran, no saben cuánto irritan a la Divina Justicia, y no saben cuán tremendos y duros son los castigos que les esperan en el infierno, castigos sin compasión y sin misericordia, porque en esta vida no tuvieron compasión ni misericordia para con sus prójimos. Jesús, reparamos y pedimos perdón por quienes, utilizando tu Santo Nombre de modo sacrílego, persiguen, encarcelan, torturan, decapitan y queman vivos a quienes son cristianos. Te suplicamos, por la Sangre derramada en la cruz, y por la intercesión de María Santísima, que no les tengas en cuenta estos horribles y abominables crímenes, y que les concedas la gracia de la conversión, del arrepentimiento y de la contrición del corazón, antes de que para ellos sea demasiado tarde, porque si no se arrepienten y cesan de ejercer toda esa violencia irracional y demoníaca sobre tus hijos, serán conducidos al Abismo de donde no se regresa, para ser castigados por toda la eternidad, de acuerdo a la crueldad con la que trataron a sus hermanos.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, gloria.

Enunciación del Cuarto Misterio del Santo Rosario

Meditación

         Jesús, reparamos por los jóvenes que desperdician su juventud y sus vidas, al entregarlas al vicio y a la drogadicción. Reparamos por los jóvenes que arrojan en el fango la vida y la juventud que les diste, al degradarse consumiendo todo tipo de substancias tóxicas y al convertir sus cuerpos, de templo del Espíritu Santo y morada de la Santísima Trinidad, en cueva oscura y maloliente de demonios de todo tipo. Reparamos, Jesús, por los jóvenes que, al idolatrar a los ídolos del mundo, los ídolos de la política, del fútbol, del cine, de la música, te abandonan a Ti y se internan por el camino de la desesperación, recurriendo a las drogas y a los vicios de todo tipo, como falsos sucedáneos de una felicidad que allí nunca encontrarán, perdiendo así el horizonte de eternidad al cual han sido llamados y dirigiendo sus pasos hacia el Abismo en donde reina el Príncipe de las tinieblas. Reparamos y pedimos por estos jóvenes, oh Jesús, para que les concedas la gracia de la conversión, de manera tal que no solo abandonen el camino de degradación y de perdición eterna en el que se encuentran, sino para que te descubran a Ti, Cristo Dios, Única fuente de la verdadera felicidad, para que conociéndote, te amen y amándote salven sus almas.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, gloria.

Enunciación del Quinto Misterio del Santo Rosario

Meditación

         Jesús, reparamos por quienes, movidos por la codicia y la rapiña, se apropian, indebidamente, de los bienes del prójimo, y sobre todo te pedimos por los gobernantes del mundo entero, muchos de los cuales conducen a sus pueblos a la ruina material y espiritual. Quienes esto hacen, no tienen en cuenta que esta vida termina muy pronto y que todo lo que sustrajeron indebidamente, desaparecerá para siempre, quedando en sus almas la mancha imborrable del pecado del robo, pecado que será la causa de su eterna condenación, si no se arrepienten a tiempo y si no devuelven y restituyen a sus dueños lo que robaron. En el infierno, lamentarán para siempre el haber perdido la riqueza admirable del cielo, por haberse apropiado, indebidamente, de las riquezas de la tierra. Te pedimos, oh Jesús, que les concedas, a estos hermanos nuestros, enceguecidos por el falso brillo de las riquezas mundanas, la gracia de conocer y amar tu Presencia Eucarística, única riqueza digna de ser estimada más que la propia vida.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”.

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Canto final: “El trece de Mayo en Cova de Iría”.





[1] Adaptado de Agustín del Divino Corazón.

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