viernes, 24 de julio de 2015

Hora Santa en reparación por los ultrajes y sacrilegios cometidos contra la Eucaristía


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por los ultrajes y sacrilegios cometidos contra la Eucaristía.

         Canto inicial: “Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sagrado Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Enunciación del Primer Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).

         Meditación

         Jesucristo, Dios Eterno de Dios Eterno, Luz de la Jerusalén celestial, que desde la Eucaristía nos iluminas con la luz de la gracia, de la Verdad y de la fe; Tú estás Presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Santa Eucaristía; Tú estás en la Eucaristía con el mismo Cuerpo con el que te encarnaste, con el mismo Cuerpo con el que subiste a la Cruz, con el mismo Cuerpo que fue glorificado en la Resurrección, y te has quedado en la Eucaristía sólo para darnos tu Amor, el Amor de Dios, el Espíritu Santo, que inhabita en tu Sagrado Corazón. Tú te has quedado en la Eucaristía para darnos tu Amor, para reinar en nuestros corazones, para que hagamos de nuestros corazones un altar en donde Tú seas adorado y amado, y sin embargo, los hombres te desprecian y te posponen por los ídolos mundanos, por los ídolos neo-paganos, y te dejan abandonado en el sagrario y, en el colmo del ultraje, entronizan en sus corazones al demonio, el Enemigo de las almas. Por eso mismo, queremos reparar estas ofensas, y proclamamos nuestra fe en tu Presencia real en la Eucaristía, y te adoramos, te bendecimos, te glorificamos y te exaltamos en el Santo Sacramento del altar, oh Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, que nos das a beber de tu Sangre y nos de comer tu Cuerpo glorificado; bendito, alabado y adorado seas, en el tiempo y en la eternidad, oh Jesús Eucaristía, nuestro Dios, nuestro Rey y nuestro Salvador.

         Silencio para meditar.

         Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Segundo Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú fuiste señalado por Juan el Bautista como el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, y verdaderamente puedes quitar todos los pecados del mundo porque eres Dios Hijo encarnado, que asume nuestra naturaleza humana y adquiere un Cuerpo y un Alma humanos, creados en el instante mismo de la Encarnación, con el solo objetivo de luego poder subir a la cruz, para donarnos tu Amor. Tú eres el Dios Invisible e Intangible, que habita en la luz inaccesible en la eternidad, que se hace carne, se encarna en el seno purísimo de María para volverse Visible y Tangible en el tiempo y nacer en la oscuridad de las tinieblas en las que vivimos, para iluminarnos con la luz de tu Rostro, que es luz viva, que vivifica con la vida divina a quien ilumina. Tú, con tu Humanidad Santísima, te revestiste de carne en el seno virgen de María Santísima, para poder abrirnos las puertas de la Divina Misericordia, cuando tu Corazón fuera traspasado en la cruz. Porque eres Dios Hijo encarnado, que continúa y prolonga su Encarnación en la Eucaristía, y te quedas en el sagrario para luego donarte como Pan de Vida y en la comunión para derramar en nuestras almas todo el Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico, te alabamos, te bendecimos y te glorificamos, oh Jesús Eucaristía, Cordero de Dios que quita los pecados del mundo; porque eres nuestro Rey y queremos que reines en nuestros corazones, te alabamos y te adoramos, oh Jesús Eucaristía, “Cordero como degollado” (Ap 5, 6) que reinas en el altar del cielo, en el altar eucarístico y en el sagrario, y porque te reconocemos como nuestro Rey y Señor, es que te ofrecemos, por manos de María Virgen, nuestra humilde oración y la reparación que te mereces por tantos ultrajes, sacrilegios e indiferencias, que recibes diariamente, en el Santísimo Sacramento del altar.

Silencio para meditar.

         Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Tercer Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú eres el Pan Vivo bajado del cielo; Tú, siendo Dios, te encarnaste en el seno de María Virgen, procediendo del seno del eterno Padre, para asumir un Cuerpo humano y nacer como un Niño humano, para entregarte como Pan de Vida eterna, un Pan que es tu Carne para la vida del mundo; un Pan que sólo es apariencia de pan, porque es tu Carne glorificada, tu Sangre divinizada, tu Alma llena de luz y de gloria divinas y tu Divinidad, que eres Tú mismo, Dios Hijo, Verbo eterno del Padre; un Pan que ya no es más pan, porque es Dios Eterno que se oculta bajo apariencia de pan; un Pan que vivifica, con una vida nueva, la vida eterna, la vida misma que brota de tu Ser divino trinitario; un Pan que no se hace con trigo de este mundo ni se cuece en los hornos de este mundo, ni con el fuego de este mundo, porque es un Pan que se hace con el Grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto, y ese Grano de trigo que muere y da fruto eres Tú, oh Jesús Eucaristía, que mueres en la cruz para dar el fruto de la Resurrección, y es un Pan que se cuece en el horno ardiente de caridad, que es tu Sagrado Corazón. Porque Tú eres el Pan de Vida eterna, que vivifica con tu vida divina a todo aquel que lo recibe con fe y con amor, te adoramos, te bendecimos, te alabamos, te amamos, oh Jesús Eucaristía, Pan que baja del cielo sobre el altar eucarístico, para donarte a nuestras almas y concedernos la Vida Eterna y reparamos por todas las veces que hemos comulgado sin debida preparación; por todas las veces que te hemos recibido con un corazón frío e indiferente, distrayéndonos en otras cosas que no eras Tú; reparamos por todas las veces en que comulgamos y recibimos de Ti el océano infinito de tu Amor misericordioso, pero luego no supimos o no quisimos dar mínimamente de ese Amor recibido en la comunión, a nuestros hermanos; reparamos también por las comuniones de nuestros hermanos, realizadas de la misma manera: comuniones mecánicas, frías, indiferentes, incapaces de absorber el océano de Amor que nos donas en cada Eucaristía; reparamos también por las comuniones sacrílegas y blasfemas, que se hacen sólo para ofenderte, y te pedimos, para nuestros hermanos, para nuestros seres queridos y para nosotros mismos, la gracia de la conversión del corazón, de modo tal de que al comulgar, nuestros corazones sean como esponjas secas arrojadas al mar, que sean corazones ávidos de tu infinito Amor misericordioso, donado en cada eucaristía.

Silencio para meditar.

         Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Cuarto Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú dijiste en el Evangelio que habías venido a traer fuego y que lo querías ya ver ardiendo; ese fuego es el Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo, que inhabita en tu Sagrado Corazón Eucarístico; ese fuego con el que quieres incendiar las almas, es el que envuelve en las llamas del Amor de Dios a tu Sagrado Corazón Eucarístico, y Tú lo quieres comunicar a todos, porque a todos quieres incendiar en el fuego que no quema ni consume, sino que hace arder en el Divino Amor. Tú has venido, Jesús, para encender nuestras almas y corazones con este Divino Fuego, el mismo Divino Fuego que te llevó a soportar los crudelísimos dolores de la Pasión, el mismo Fuego Santo que te llevó a subir a la cruz, para entregarte como Víctima Inmaculada, Santa y Pura, en expiación por nuestros pecados, y es el mismo Fuego Divino que quieres comunicarnos en cada comunión eucarística. Sin embargo, oh Jesús, los hombres te desprecian y no quieren recibirte, porque al Fuego de tu Sagrado Corazón, le anteponen los gustos y deleites del mundo y es así que los hombres de hoy, en su gran mayoría, prefieren abrasarse en el ardor de las pasiones sin control, antes que ser abrasados por el ardor del Amor Divino; los hombres de hoy, en su mayoría, tienen sus corazones fríos como el hielo, duros como la roca, oscuros como el sepulcro en el que fuiste sepultado luego de tu Pasión. Te suplicamos, oh Señor Jesús, que por intercesión de Nuestra Señora de la Eucaristía, concedas a nuestros corazones y los de nuestros seres queridos, y los de todos los hombres, la gracia de ser como madera seca o como el pasto seco, que al contacto con las llamas, instantáneamente prenden fuego, para que nuestros pobres corazones, al contacto con las llamas de Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico, se incendien en el Fuego del Divino Amor, Fuego que consume pero que no solo no arde ni duele, sino que produce gozo y alegría, en el tiempo y en la eternidad.

Silencio para meditar.

         Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Enunciación del Quinto Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).

         Meditación

         Jesús Eucaristía, Tú subiste a la cruz en el Monte Calvario, para entregar tu Cuerpo y derramar tu Sangre, por nuestra salvación, y te entregas a nosotros en cada Santa Misa, renovación incruenta del Santo Sacrificio de la cruz, como el Banquete celestial que nos alimenta con manjares substanciosos, no preparados en la tierra: el Pan Vivo bajado del cielo, tu Cuerpo glorificado en la Eucaristía; la Carne del Cordero, asada en el Fuego del Espíritu Santo, tu Humanidad santísima embebida en el Amor de Dios; y el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre que brota de tu Sagrado Corazón, como de una fuente inagotable. Tú te entregas a nosotros como un Manjar exquisito, super-substancial, un manjar que es la delicia de los ángeles, un manjar preparado por el Padre, el Pan Vivo bajado del cielo, la Carne del Cordero y el Vino de la Vid verdadera, y sin embargo, los hombres prefieren, antes que deleitarse con este manjar sobrenatural, los manjares y placeres del mundo, ultrajando así al Padre Eterno, que prepara para nosotros, con todo amor, la Mesa del altar, y es por eso que te ofrecemos nuestra humilde adoración, como reparación por estos agravios e indiferencias, cometidas algunas veces por nosotros mismos, porque también nosotros nos dejamos tentar, muchas veces, por los manjares terrenos, olvidando que sólo la Eucaristía es el Verdadero Maná bajado del cielo, que sacia y extra-colma al alma con las delicias del Divino Amor, el Fuego que envuelve tu Sagrado Corazón.

         Meditación final

         Nuestra Señora de la Eucaristía, debemos ya retirarnos, pero dejamos nuestros corazones en tus manos, para que los estreches contra tu Inmaculado Corazón, cada vez que veas que se vuelven tibios y dejan de amar a tu Hijo en la Eucaristía, para amar las cosas del mundo. De esta manera, oh Madre de Dios y Madre nuestra, nos comunicarás el calor y el ardor del Amor de tu Corazón sin mancha, en donde inhabita el Espíritu Santo, y así seremos capaces de amar a tu Hijo Jesús, Presente en la Eucaristía, en medio de las cosas del mundo. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sagrado Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Canto final: “El Trece de mayo en Cova de Iría”.


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