jueves, 29 de octubre de 2015

Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los pecados del mundo


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los pecados del mundo[1].

         Canto inicial: “Cristianos, venid; cristianos llegad”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

         Primer Misterio del Santo Rosario.

         Meditación.

Jesús, háblanos al corazón, queremos hacerte compañía en la soledad del Huerto de los Olivos y en la soledad del sagrario, en donde te encuentras abandonado por la inmensa mayoría de los cristianos, por quienes diste tu vida y derramaste tu Preciosísima Sangre. Danos el consuelo y el alivio de tu Sangre Preciosísima, para que nos purifique de nuestros pecados y nos haga ser agradables ante Tu Presencia. Haznos participar de los dolores internos de tu Sagrado Corazón, estrujado de tristeza y amargura ante la vista de tantos pecados cometidos por la humanidad, entre los primeros, la indiferencia y el abandono de tu Presencia Eucarística. Queremos reparar y hacerte compañía en tu soledad, porque al igual que sucedió en el Huerto de los Olivos, que, a pesar de haber pedido a tus Apóstoles que velaran e hicieran oración te quedaste solo porque ellos, dominados por la acedia, la pereza espiritual, el desamor y la indiferencia hacia Ti y tu dolor, prefirieron entregarse al sueño antes que acompañarte en tu Agonía, así también hoy, en nuestros días, faltan adoradores, almas que quieran hacerte compañía en el Santo Sacramento del Altar y si faltan es porque muchos cristianos, al igual que tus Apóstoles en el Huerto, se dejan llevar por la acedia, por la indiferencia y la frialdad ante Tu Presencia Eucarística y es así como te dejan abandonado en el Sagrario. Jesús, que por intercesión de Nuestra Señora de la Eucaristía, descienda el Espíritu Santo sobre las almas y los corazones de los cristianos alejados de Ti, para que encendidos en el Fuego del Divino Amor, te adoren en tu Presencia Eucarística en el tiempo y continúen adorándote, cara a cara, en el Reino de los cielos. Amén.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús Eucaristía, queremos adorarte y reparar por los pecados de la Humanidad, una Humanidad reticente a tu Amor. Los hombres de hoy, principalmente los cristianos, repiten la escena del Evangelio en la que la multitud eligió a un bandido y asaltante, Barrabás, para que viviera, y te condenó a muerte a Ti, que eras Dios Tres veces Santo. La multitud te trató como si fueras un bandido, siendo Tú el Cordero de Dios, Inmaculado, Puro e Inocente, que venías a este mundo sólo para dar a los hombres tu Amor, y entregó su amor a un bandido, Barrabás. De igual manera, así también hoy los hombres huyen de Ti, de tu Presencia Eucarística, como si Tú fueras un malhechor y se entregan en manos del Enemigo de las almas; al igual que en el Evangelio, también hoy los niños, los jóvenes, los adultos, eligen al mundo y sus placeres y diversiones terrenas, cargadas en el fondo de vacuidad y de pecado, en vez de elegirte a Ti, que eres el Dios que da la vida. Hoy, los cristianos huyen de tu Presencia sacramental, como si Tú fueras un bandido, y se arrojan en brazos del mundo y del Príncipe de las tinieblas, que es su carcelero y su verdugo. Jesús Eucaristía, queremos reparar por este pecado de desamor, porque también nosotros te hemos abandonado, cuando estábamos lejos de Ti, para refugiarnos en el mundo y sus atractivos, pero como nuestro amor es demasiado pequeño e insignificante, ofrecemos en reparación, por nuestros pecados de desamor y los del mundo entero, al Inmaculado Corazón de María, con todos sus actos de amor a Ti en él contenidos. Jesús Eucaristía, que tu Madre, la Virgen, nos conduzca hacia Ti para que te elijamos, siempre y en todo momento, como Nuestro Dios, Nuestro Rey y Señor, y que ella guíe nuestros corazones para que no huyamos de Ti como si fueras un malhechor, sino que busquemos siempre el refugio de tu Sagrado Corazón. Amén.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús,; queremos adorarte y acompañarte en tu Pasión; queremos adorarte y mitigar tu sufrimiento, prestándote el lienzo blanco de nuestros corazones para que Tú puedas imprimir en ellos, con el Fuego del Espíritu Santo, tu Divino Rostro, así como lo hiciste en el lienzo con el que la Verónica limpió tu Divino Rostro en la Pasión. Jesús, queremos compartir tus sufrimientos y tu tristeza, la tristeza que te llevó a decir: “Padre, si quieres aparta de Mí esta copa; pero no se haga mi Voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42), para así reparar, aunque sea mínimamente, por tanto desamor en el mundo; queremos que nos des a beber del cáliz de tus amarguras, que nos des tu corona de espinas, que nos hagas sentir tus mismas penas; queremos ofrecernos y ponernos delante de ti, para recibir en nosotros las ofensas, los desaires, los desagravios, las indiferencias, los ultrajes, los sacrilegios y las blasfemias que recibes, día a día, en la Santísima Eucaristía. Queremos reparar por los ultrajes que recibes Tú, Sagrado Corazón, y el Inmaculado Corazón de María, por parte de los hombres ingratos, que en nada apreciamos el sacrificio de tu vida en la cruz para su salvación. Eleva nuestros corazones, oh Jesús Eucaristía, hasta más alto que el cielo, hasta tu Presencia Eucarística, y no permitas que caigamos en la tentación del mundo, que nos aparta del Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico.
        
Silencio para meditar.

Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, danos fortaleza y sabiduría, para apartarnos de la tentación, porque la tentación consentida enfría el amor en nuestros corazones y los endurece, volviéndolos duros como la piedra, oscuros como el sepulcro. Líbranos del ancho y espacioso sendero del mal, y dirige nuestros pasos hacia Ti, Único Camino que conduce al cielo; haz que caminemos siempre detrás de Ti, con la cruz a cuestas, siguiéndote por el camino que conduce al Reino de los cielos, el Via Crucis. No hay otro camino que no seas Tú, no hay otro camino que no sea el unirnos a Ti, a tu Pasión y a tu cruz, porque sólo así podremos morir a nuestro hombre viejo y renacer a la vida de la gracia. Jesús, líbranos del mal, fortalécenos en la tentación, infúndenos tu Sabiduría y Fortaleza, para que no caigamos en ella; la tentación nos hace creer que el mundo y sus atractivos son más agradables que tu compañía en el Santísimo Sacramento del altar; la tentación nos hace creer que es preferible escuchar el tintineo metálico de las monedas, antes que escuchar los latidos de tu Sagrado Corazón Eucarístico, por medio de la adoración; la tentación nos hace creer, como le pasó a Judas, que la oscuridad, el frío y la compañía de los ángeles caídos, son más agradables que tu compañía en el Cenáculo y en el sagrario y es así como nos apartamos de tu Divina Voluntad, que es que nos salvemos por medio del amor y la adoración a Tu Sagrado Corazón Eucarístico. Jesús, que no repitamos el error de Judas, que por amar al dinero antes que a Ti, salió del Cenáculo para ser engullido por las tinieblas; que tu Madre Santísima infunda en nosotros un ardiente amor por tu Sagrado Corazón Eucarístico, de manera que no amemos otra cosa que no seas Tú en la Eucaristía.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús, queremos reparar por los pecados de la Nueva Era, la superstición, la brujería wicca, el esoterismo, el vudú, la santería, el ocultismo, el satanismo, el espiritismo y tantas prácticas como estas, nefandas y aborrecibles a tus ojos. Nunca como hoy, la humanidad había asistido a un renacer de estas prácticas que ofenden gravemente tu santidad y majestad divinas y que constituyen una grave perversión del sentido religioso, puesto que el único que debe ser adorado eres Tú, oh Jesús, Dios Hijo, que eres Un solo Dios con el Padre y el Espíritu Santo. Jesús, te pedimos por estos hermanos nuestros, que realizan estas abominables prácticas, que han entregado sus vidas, sus cuerpos y sus almas al Enemigo de la humanidad, el Tentador, la Antigua Serpiente, Satanás; te pedimos por ellos, para que por medio de María Santísima, reciban la luz de la gracia que les permita ver la inmensidad del mal en el que se encuentran, para que arrepentidos por estos pecados de idolatría, sacrilegio y ultrajes hacia tu Divina majestad y reconciliados contigo por el Sacramento de la Penitencia, reparen a tiempo el mal causado a sus hermanos con tales prácticas y el dolor provocado a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Concédenos, oh Jesús Eucaristía, a nosotros, la gracia de poder dar luminoso y misericordioso testimonio en obras de tu cruz y de tu Pasión, de modo que nuestros hermanos se sientan atraídos a la Belleza incomprensible e inabarcable del Ser divino trinitario y se alejen para siempre de las siniestras y densas tinieblas vivientes, los ángeles caídos, que inducen al error, a la superstición, a la idolatría, a la hechicería y la magia, apartando a las almas de su única Fuente de felicidad que eres Tú, conduciéndolas por el camino de la eterna perdición. Que María Santísima, Nuestra Señora de la Eucaristía, interceda por nosotros y por nuestros hermanos, para que nos concedas la gracia de amarte, a cada instante que pasa, cada vez más, en el Santísimo Sacramento del altar, porque si quedamos prendidos de tu Amor, no sólo nunca cometeremos tales pecados, porque el Amor no nos lo permitirá, sino que cantaremos, en el tiempo y por toda la eternidad, tus misericordias.

Un Padre Nuestro, tres Ave Marías y Gloria, pidiendo por los santos Padres Benedicto y Francisco, por las Almas del Purgatorio y para ganar las indulgencias del Santo Rosario.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Adaptado de Agustín del Divino Corazón, Apostolado de reparación.

viernes, 16 de octubre de 2015

Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado pidiendo por las familias


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado pidiendo por las familias del mundo entero.
         Canto inicial: “Cristianos, venid; cristianos llegad”.
         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
         Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).
         Primer Misterio del Santo Rosario.
         Meditación.
Jesús, Tú, que siendo Dios, provenías de una familia, la Familia de la Santísima Trinidad, la comunidad de Personas divinas del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, unidas en el Amor Divino; al encarnarte para salvar al mundo con tu sacrificio de la cruz, quisiste hacerlo en el seno de una familia, la Sagrada Familia de Nazareth, para continuar viviendo en la tierra lo que vivías en el cielo, una comunidad de personas unidas en el amor. Te pedimos, oh Buen Jesús, por las familias del mundo entero, para que la Eucaristía sea el centro de la vida de cada familia, para que padres y madres, junto a sus hijos, alimentados por el amor y la santidad que brotan de tu Sagrado Corazón Eucarístico, sean familias santas que santifiquen a otras familias, a la sociedad y al mundo entero.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús, Tú que creciste al abrigo de la Sagrada Familia de Nazareth, encontrando en ella el amor de la Virgen, tu Madre, y de San José, tu padre adoptivo, te pedimos por las familias que viven en la desunión y en el desamor, para que los padres, imitando a María y a José, que te amaban con todo el amor de sus corazones, superen sus diferencias por el diálogo, el perdón cristiano, la mutua comprensión y comprendan que sus hijos son el tesoro más preciado que les ha dado Dios; te pedimos también por los hijos, para que, a imitación tuya, que amabas a tus padres hasta el punto de dar la vida por ellos en la cruz, sean capaces de honrar a sus padres por medio del amor filial y que sea este amor el que les haga comprender que sus padres son los representantes del Divino Amor en la tierra y que amándolos a ellos, aún con sus limitaciones y defectos, aman a Dios Trino, a quien representan; te pedimos por todos los hijos para que, a imitación tuya y movidos por tu Amor, amen a sus padres hasta el extremo de dar sus vidas por ellos, en el martirio cotidiano de la negación de sí mismos y el servicio a los demás.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús, en la Sagrada Familia de Nazareth, todo era santo, porque todos sus miembros eran santos: la Mamá de esta familia, la Virgen, era santa porque era Pura y Llena de gracia, siendo así modelo de santidad para todas las madres del mundo; el Papá de esta familia, San José, era santo, porque siendo tu padre adoptivo, vivía en la castidad y en la pureza el matrimonio meramente legal con la Virgen, convirtiéndose en modelo de castidad para los esposos y en modelo de padre amoroso para todos los padres que deseen educar a sus hijos en la obediencia y en el amor; el Hijo de esta familia, Tú, oh Jesús, eras santo, porque eras la santidad en sí misma, eras el Dios Tres veces Santo, fuente de toda santidad, que en todo momento demostrabas la santidad de tu amor por tus padres mediante la obediencia, el cariño y el respeto con que los tratabas, y así eres el modelo insuperable para todo hijo, que para salvar su alma debe cumplir a la perfección el Mandamiento Cuarto de la Ley Divina, que manda amar y honrar a los padres. Jesús, te pedimos por todas las familias del mundo, para que sus integrantes, imitando a los integrantes de la Sagrada Familia de Nazareth, vivan en la pureza y la castidad y deseen y busquen, siempre y en todas partes, la santidad de todos y cada uno de los integrantes de la familia.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús, en la Sagrada Familia de Nazareth, Tú eras su centro de vida y amor y su razón de ser y existir, porque Tú eras el Hijo de Dios encarnado, que había venido al mundo para salvarlo, pero quisiste crecer en el seno de una familia hasta que se cumpliera el tiempo establecido por Dios para comenzar tu obra de redención. En la Sagrada Familia de Nazareth, todo giraba en torno a Ti, oh Hijo de Dios Encarnado, y Tú eras para tus padres la única fuente de su amor, de su alegría, de su gozo; Tú eras para ellos el centro de todos sus afanes y ocupaciones y nada de lo que deseaban y querían, era otra cosa que no fueras Tú y sólo Tú, y si algo querían y deseaban que no fueras Tú, era sólo para dártelo a Ti, como a su Dueño y Señor. Te pedimos, oh Jesús, Hijo de María y José, por todas las familias del mundo, para que Tú seas también para ellas su centro de vida y amor; para que seas Tú, Salvador del mundo, el Sol resplandeciente de gracia y de luz, alrededor del cual giren los miembros de la familia, así como los planetas giran alrededor del sol; te pedimos por todas las familias, para que les concedas la gracia de que seas Tú su único Amor y que su preocupación sea darte contento y reparación por las familias que no te conocen, ni te adoran, ni te aman.
Silencio para meditar.
Padre Nuestro, diez Ave Marías, Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
Jesús, Tú que creciste en el seno de la Familia de Nazareth “en gracia y sabiduría” y desde Niño encontraste paz, amor, protección y alegría en la comunión de vida con tus padres, mientras te preparabas para luego, al ser adulto, subir a la cruz y salvar al mundo, te pedimos por todos los niños del mundo, sobre todo los abandonados, los huérfanos, los olvidados, los que han perdido a sus padres por la guerra, la enfermedad, o por otras causas; te pedimos por los niños que están solos y tristes porque no tienen un padre y una madre que los consuele; te pedimos por los niños que no son deseados desde el seno materno y por ello sufren el aborto; te pedimos también especialmente por los niños de las familias cristianas, que tienen que huir de sus hogares a causa de su fe en Ti; te pedimos, oh Hijo bendito de la Sagrada Familia de Nazareth, por todos los niños que sufren, por el motivo que sea, para que Tú, los asocies a tu Santa Cruz y a tu Pasión, para que unidos a Ti en la cruz, sean fortalecidos con tu fortaleza divina, reciban tu Alegría en medio de las tribulaciones y el dolor y así se conviertan, en Ti, en corredentores de la humanidad. Te suplicamos, oh Buen Jesús, Hijo de José y María, para que concedas a los niños que sufren, el consuelo de tu Presencia y el cariño maternal de María Santísima, en esta vida y en el Reino de los cielos. Amén.
Un Padre Nuestro, tres Ave Marías y Gloria, pidiendo por los santos Padres Benedicto y Francisco, por las Almas del Purgatorio y para ganar las indulgencias del Santo Rosario.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.


miércoles, 7 de octubre de 2015

Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los pecados propios y los del mundo entero



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por los pecados propios y los del mundo entero.

Canto inicial: “Cristianos, venid, Cristianos llegad, a adorar a Cristo que está en el altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado (misterios a elección).

Primer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Jesús Eucaristía, queremos reparar por nuestros pecados y los del mundo entero; queremos reparar por el pecado, todo lo malo que surge del corazón humano como parte del misterio de iniquidad; queremos reparar por el pecado y sobre todo por el pecado mortal, que es al alma lo que la gangrena al cuerpo, porque quita del alma la gracia santificante que le otorga la vida misma de Dios y la deja sin vida, muerta a la vida de la gracia. Por el pecado mortal, el alma despide un olor fétido, como un cadáver en descomposición y se vuelve oscura y tenebrosa, alejada de Ti, Dios que eres la Vida, la Luz y el Amor en sí mismos. El pecado en nuestros días se ve facilitado por la degradación moral y la inversión generalizada de valores, que hacen creer erróneamente al hombre, que es posible vivir sin Dios y sin su Ley, alejándolo así de la Fuente Inagotable de Vida y Amor que es Dios Uno y Trino. En nuestros días se prefiere el pecado antes que la virtud y la vida de la gracia que otorgan los sacramentos, los cuales son tomados como meros símbolos, despreciándolos en su valor inapreciables para la salvación de las almas. Queremos reparar, oh Buen Jesús, Dios Tres veces Santo, por los pecados nuestros y los de los hombres de todo el mundo, para aliviar, aunque sea mínimamente, el dolor que sientes al ver a tu santidad y majestad divinas, ofendidas por tanta malicia que brota del corazón de los hombres.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús Eucaristía, queremos reparar por los pecados contra la Fe de la Iglesia, pecados que desvían a las almas del camino único y verdadero para llegar al Padre, camino que eres Tú, Palabra de Dios custodiada y enseñada por el Magisterio de la Iglesia. La mala interpretación de la Palabra de Dios aparta a los fieles de la Doctrina verdadera, doctrina que es luz celestial, y los sumerge en las tinieblas del error y de la confusión, tinieblas en donde no se encuentra Dios, sino el Príncipe de la oscuridad, el Maestro del error y del engaño. El pecado de incredulidad que conduce al agnosticismo y al ateísmo, separa al alma de la comunión de vida y amor con las Tres Divinas Personas, la aleja de la Presencia de la Trinidad, quedando el alma oscura y fría, así como oscuros y fríos son los planetas más alejados del sol. Te suplicamos y te imploramos, oh Buen Jesús, Verdad y Sabiduría del Padre, que les concedas un rayo de tu luz, que les disipe las tinieblas del error en el que se encuentran estas almas, alejadas de tu Iglesia por propia voluntad, para que retornen al seno de la Iglesia, Custodia de la Palabra Revelada.

         Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús Eucaristía, queremos reparar por los pecados contra la pureza, un pecado propio de nuestro tiempo y que impide al alma resplandecer por la gracia como un diamante iluminado por el sol; un pecado que se opone a la castidad, virtud que convierte al alma en un lirio que despide un perfume exquisito porque la asemeja a la pureza del Ser divino trinitario y la hace partícipe del mismo candor celestial. Danos de tu Pureza celestial, a nosotros, que somos impuros, y conviértenos en Ti, Lirio de los cielos, para que exhalemos la exquisita fragancia del perfume celestial, tu Gracia Santificante (cfr. 2 Cor 2, 15), oh Jesús, Dios Tres veces Santo y Puro. Jesús, queremos reparar por los pecados de impureza, que contaminan los corazones de los más pequeños, expuestos a una ola de impureza como no se ha visto antes en la historia de la humanidad. La impureza ofusca al alma, asaltándola con los impulsos de las pasiones sin control y la cubre de sombras, apartándola de la amistad divina y conduciéndola en pos de atracciones mundanas, bajas y terrenas. Jesús, te pedimos por todos los hombres inmersos en este pecado, y sobre todo por los niños y los jóvenes, para que conozcan, aprecien y amen la virtud de la pureza, virtud que los asemeja a Ti, Cordero Inmaculado y Víctima Santa, y los hace semejantes también al Inmaculado Corazón de María, Corazón Purísimo inhabitado por el Espíritu Santo.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús, queremos reparar por los pecados de violencia, pecados que se oponen a la mansedumbre del corazón pedida por Ti en el Evangelio, cuando dijiste: “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29); pecado que quita a los hombres la paz de Dios, la paz que Tú nos concedes desde la cruz, paz que nos concediste al “derribar el muro de odio que separaba a los hombres”, con la Sangre de tu cruz (cfr. Ef 2, 14); pecado que reemplaza tu paz, la paz que Tú nos das, la verdadera y única paz del corazón, para reemplazarla por la enemistad, el rencor y el odio hacia el prójimo; pecado que ve en el prójimo alguien a quien destruir y no alguien a quien amar hasta la muerte de cruz, como Tú nos has amado: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado” (Jn 13, 34). Jesús, devuelve la paz a los hombres, la verdadera y única paz posible, la paz que Tú das, la paz que nos viene al alma al confiar en tu infinita Misericordia.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Jesús, queremos reparar por el pecado de soberbia, el pecado por el que el hombre participa de la rebelión del ángel caído, que quiso destronar a Dios de los cielos para entronizarse a sí mismo, lleva al alma a colocarse como reina y señora de sí misma, desplazando a Dios y su Cordero, Único Rey, Dueño y Señor de los corazones. La soberbia se apodera del alma como consecuencia de escuchar la voz sibilina de la Serpiente Antigua, antes que escuchar la dulce voz del Sagrado Corazón de Jesús; así, el hombre se hace partícipe del pecado angélico y del pecado de los Primeros Padres, convirtiendo su corazón en una piedra, dura y fría, impermeable al Amor Divino, que en Cristo se vuelve ejemplo y fuente de amor y humildad; la soberbia es el peor de los pecados y la raíz de todos los males del hombre, porque le hace creer que no necesita de la salvación de Dios, ofrecida por el sacrificio en cruz de Cristo Jesús y donada a través de la gracia sacramental; la soberbia hace creer al hombre que él es su propio dios, condenándolo irremediablemente a la perdición porque así rechaza a Cristo, muerto y resucitado, que en la cruz es la única Puerta abierta al cielo; Jesús es la Puerta de las ovejas, Puerta que conduce al Reino de los cielos y quien no se salve por Él, no se salvará. El alma soberbia no quiere arrodillarse ante la cruz, no quiere confesar sus pecados, no quiere recibir a Cristo en la comunión, no quiere entronizar a Cristo en su corazón, y lo desplaza, para reemplazarlo por una imagen de sí misma, una imagen arrogante y orgullosa que nada quiere saber de Dios y su Reino. Jesús Eucaristía, queremos reparar por el pecado de soberbia, que lleva al alma a despreciar la Voluntad de Dios, manifestada en los Mandamientos, para reemplazarlos por sus propios mandamientos. Jesús, te pedimos, para nosotros y para todo el mundo, un corazón manso y humilde como el tuyo, y un amor ardiente por la Divina Voluntad, para que cumpliéndola con todo el amor del que seamos capaces, nos asemejemos a Ti, que obedeciendo la Voluntad del Padre, te anonadaste en la Encarnación y te humillaste en la Pasión para salvarnos.

Un Padre Nuestro, Tres Ave Marías y Gloria para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo también por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco y por las benditas almas del Purgatorio.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amor. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El trece de mayo en Cova de Iría”.