sábado, 14 de mayo de 2016

Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado pidiendo por la Patria Argentina


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario pidiendo por nuestra Patria Argentina.

Canto inicial: “Cristo Jesús, en ti la Patria espera”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio del Santo Rosario (misterios a elección).

Primer Misterio.

Meditación.

Por un divino designio nuestra Patria nació bajo el signo de la Santa Cruz y fue arropada, desde sus primerísimos inicios, con el manto de María Santísima. Numerosos hechos sobrenaturales indican que, desde sus inicios, la Patria Argentina estuvo consagrada a la Inmaculada Concepción de María y protegida por la Sangre Preciosísima del Cordero: fue deseo del cielo que la Inmaculada Concepción de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, se quedara entre nosotros, para adoptar como hijos de Dios a los nacidos en estas tierras y para constituirse en Patrona y Dueña de la Argentina; fue por un designio divino, y no por obra de nuestras manos, como lo sostienen los patriotas de la época[1], que se alcanzó la independencia el 25 de Mayo; fue por un designio divino que el Acta de los Congresales se firmó a los pies del Cristo de los Congresales; fue por un designio divino que nuestro emblema nacional ostenta los colores celeste y blanco de la Inmaculada de Luján. Es por esto que, en estos tiempos de tanta oscuridad espiritual, imploramos a Nuestro Señor Jesucristo, Dador de la paz de Dios, que por intermedio de su Madre, María Santísima, infunda su divina paz en los corazones de todos los argentinos –indios, criollos, hispanos, y de toda raza y condición-, para que en nuestra Patria Argentina resplandezcan la concordia, la armonía y la caridad fraterna, y además imploramos a Nuestro Señor que por María de Luján ilumine las mentes y corazones de los gobernantes, para que en todo sean guiados según la Ley de Dios.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Con su Sangre derramada en la cruz, Jesús, el Cordero de Dios, adquirió para Dios Padre las almas de los habitantes de este suelo bendito, sin distinción alguna de razas ni de condiciones sociales; para nuestros compatriotas es que imploramos, oh Jesús, Dueño y Señor de Nuestra Patria Argentina, que intervengas en nuestros tiempos, tiempos oscuros y sembrados de confusión; tiempos en los que la gran mayoría de los argentinos parece haber olvidado que Tú eres Nuestro Dueño y Señor y que Nuestra Señora de Luján es la Dueña y Protectora de la Nación Argentina y que por lo tanto ambos deben ser honrados y venerados como tales. Hoy, en nuestra Patria, reinan por doquier –y sobre todo en sus leyes- la ausencia de valores, el olvido de los Mandamientos de Dios, la enemistad entre los argentinos, la falsedad, la hipocresía, el cinismo; el robo generalizado y el enfrentamiento entre hermanos. Sólo Tú, oh Jesucristo, puedes dar a los argentinos la verdadera paz, la paz del corazón, la paz de Dios, la paz que, viniendo de lo alto, inunda al corazón del hombre y luego se extiende a toda la sociedad. ¡Ven, Señor Jesús, Dueño y Señor de la Patria Argentina; infunde tu Santo Espíritu e inunda con tu amor, tu luz y tu paz, las mentes y corazones de los argentinos, para que todos, unidos en un mismo espíritu, reconociéndote como nuestro Dios y Señor, ensalcemos tu Santa Cruz y en tu Santo Nombre construyamos una Patria de hermanos, anticipo de la Patria celestial!

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Desde el trono real de la Cruz, el Cristo de los Congresales, Jesús, el Hombre-Dios, dio a nuestra Patria la gracia de ser un verdadero y auténtico crisol de razas, porque con su Cuerpo crucificado derriba “el muro de odio que separa a los hombres” (cfr. Ef 2, 14), al tiempo que concede a las almas la paz de Dios. El deseo de Nuestro Señor Jesucristo, al presidir la Jura de la Independencia desde la Cruz, fue el unir en su Cuerpo, por la efusión de su Sangre Preciosísima, en un mismo Espíritu, a todo hombre nacido en estas tierras. Unidos en el Cuerpo de Cristo, por el Espíritu, los argentinos estamos llamados a dejar atrás los enfrentamientos, las diferencias, los rencores, para vivir en la paz de Dios, la verdadera y única paz, la paz que nos da Cristo Jesús, la paz que “no es del mundo” (cfr. Jn 14, 27), porque viene de lo alto, del seno mismo de Dios. Por haber sido elegidos para vivir en su paz y amor, los mandamientos de Nuestro Señor Jesucristo deberían estar grabados a fuego en la mente y en los corazones de los argentinos y todos deberíamos postrarnos ante tan augusto Señor, dando gracias al cielo por tantos signos de predilección para con nuestra Patria. Sin embargo, el Dios de la Eucaristía, Cristo Jesús, está ausente de nuestros corazones, de nuestras leyes, de nuestras vidas, y es así como el materialismo y el consumismo, frutos del ateísmo, de la indiferencia y de la ignorancia religiosa culpable, dominan, con excepciones, las mentes y corazones de los argentinos, llegando hasta el extremo de la malicia de considerar al aborto como un derecho humano. Postrados ante Ti, oh Cristo de los Congresales, te suplicamos la gracia de entronizarte a Ti, Jesús Crucificado, en todos los ámbitos de la Nación –casas, escuelas, hospitales, edificios de gobierno, para que ninguna otra vida de un argentino por nacer sea suprimida en el vientre de su madre-, pero, sobre todo, danos la gracia de amarte con todas las fuerzas de las que seamos capaces, para entronizarte en nuestros corazones, para que allí seas adorado, bendecido, exaltado y ensalzado, en el tiempo y en la eternidad.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación

Jesús Eucaristía, Tú eres el Hombre-Dios, Tú, en concurso con el Padre y el Espíritu Santo, eres el Creador de cielos y tierra, del universo visible e invisible; sin Ti nada fue hecho y nada subsiste sin tu divina potestad y tu divino Querer: te damos gracias por habernos dado, como muestra del Amor de tu Sagrado Corazón, a nuestra Patria Argentina; te suplicamos que envíes al Ángel Custodio de la Patria Argentina para que, bajo tus órdenes y en cumplimiento de tu santa Voluntad, nos ayude a los argentinos a hacer de esta Patria que es tu don, una Patria de hermanos, en donde la Ley Nueva de la caridad sea nuestra guía que nos conduzca a la Patria celestial. Oh Jesús, Rey de los Ángeles, que has dispuesto que no solo los hombres, sino también las naciones, tengan para su protección un Ángel Custodio, te pedimos por el Ángel Custodio de Argentina, para que bajo tus órdenes y bajo las órdenes de San Miguel Arcángel, Jefe de la Milicia celestial, proteja a nuestra amada Patria Argentina de las acechanzas del Demonio y de todos sus enemigos, internos y externos. Que el Ángel Custodio de Argentina, bajo las órdenes de San Miguel Arcángel, que expulsó del cielo con tu poder a la Serpiente Antigua, luego de que esta, en su osadía diabólica, pretendió igualarse soberbiamente a Dios, Jesús, nos proteja de todo mal, para que reinando en nuestra Patria tu gracia, tu paz y tu amor, todos los argentinos, sin distinción alguna de raza o de condición social, seamos reunidos ante tu Presencia en la Patria celestial, para adorarte por los siglos sin fin.

Silencio para meditar.

Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Cuando el General Manuel Belgrano creó la Bandera Nacional, en un acto de devoción mariana, quiso que nuestra enseña patria llevara los colores celeste y blanco del manto de la Virgen de Luján, de la cual era ferviente devoto. De esta manera, nuestra Patria Argentina tiene el honor inmerecido de que su Bandera Nacional sea como una prolongación del Manto de la Inmaculada Virgen de Luján, lo cual constituye otra muestra más, de las innumerables muestras de amor, con las que Dios ha querido agraciar a nuestra Patria. Entonces, que así como la Virgen es Madre de Dios y de todos los hombres, porque nos adoptó a todos al pie de la cruz, por pedido de Jesús, y nos congrega a todos sus hijos al pie de la cruz, que así también los argentinos, congregados bajo el Manto celeste y blanco de nuestra Bandera Nacional, enarbolemos el estandarte ensangrentado de la Santa Cruz, para que Cristo Rey sea entronizado en los corazones de los argentinos y en las familias argentinas, para que nuestra Patria honre y adore, bajo el Manto celeste y blanco de la Virgen Luján, al Dueño, Patrón y Señor de la Patria Argentina, Jesucristo, el Hombre-Dios y así vivamos en su paz, en su alegría y en su amor divino.

Un Padre Nuestro, tres Ave Marías y Gloria, pidiendo por los santos Padres Benedicto y Francisco, por las Almas del Purgatorio y para ganar las indulgencias del Santo Rosario.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Himno a Nuestra Señora de Luján”.






[1] Cfr. Fray Francisco de Paula Castañeda.

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