martes, 20 de septiembre de 2016

Hora Santa en reparación a los Sagrados Corazones de Jesús y María profanados en un colegio de EE.UU.



Hora Santa en reparación a los Sagrados Corazones de Jesús[1] y María[2] profanados en un colegio de EE.UU.

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por la profanación cometida contra una imagen de la Virgen y contra Jesús en un colegio católico de EE.UU. La respectiva noticia acerca del lamentable sacrilegio se encuentra en la siguiente dirección:   https://www.aciprensa.com/noticias/indignacion-en-colegio-catolico-tras-profanacion-de-la-virgen-maria-y-burla-a-jesus-20490/
A modo de reparación por este sacrilegio, ofreceremos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado honrando en las meditaciones a los Sagrados Corazones de Jesús y María, al tiempo que, como lo hacemos siempre, pediremos por la conversión de quienes cometieron esta horrenda profanación, además de pedir por nuestra conversión y también la de nuestros seres queridos y la de todo el mundo.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración de entrada: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.  

         ¡Oh María, Santa Madre de Dios, tú eres la Causa de nuestra alegría, pues de tus entrañas purísimas y virginales, nació Aquel que es la Alegría infinita, el Verbo de Dios Encarnado, Cristo Jesús! Dios te salve, Santa María, Hija predilecta del Padre, Templo del Espíritu Santo, Sagrario y Custodia Viviente del Verbo de Dios Encarnado, Dios te salve; nosotros, pobres pecadores, te cantamos y te alabamos y por ti nos alegramos, porque Dios Trino te creó sin mancha de pecado original y te concedió el privilegio de ser Virgen y Madre de Dios, e hizo de tus entrañas virginales un trono purísimo donde habría de alojarse por nueve meses, en forma de embrión humano, Aquel al cual los cielos no pueden contener, Aquel ante cuya Presencia los ángeles se postran en adoración y prorrumpen en cantos de júbilo, alabanza y bendición, Nuestro Señor Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y gracias a tu “Sí” a la voluntad santísima del Padre, que para cumplir su plan de salvación era su querer que el Verbo tomara carne en tus entrañas purísimas, vino a nosotros, que yacíamos “en tinieblas y en sombras de muerte” la Luz Eterna que proviene de la Luz Eterna, Cristo Jesús, que viene a nuestras almas como Pan de Vida eterna, para alimentarnos con la substancia y la vida misma de la Trinidad, como anticipo de la feliz bienaventuranza que, por su gracia y misericordia, habremos de gozar un día en el Reino de los cielos.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Dios te salve, oh Virgen Purísima, eres la Causa de nuestra alegría, pues de ti se alimentó Aquel que creó el universo, el Dios Tres veces Santo, Cristo Jesús; Dios te salve, Virgen Inmaculada, pues de ti recibió un vestido de carne y sangre el Dios Invisible, Quien así se hizo visible, manifestando su gloria a través de su Cuerpo en la Epifanía, en el Tabor y en la Resurrección a nosotros, pobres pecadores; Dios te salve, Reina Inmaculada, pues la Palabra de Dios, recibiendo de ti carne y sangre, obtuvo un Cuerpo Purísimo, Cuerpo que sería luego inmolado en el altar de la Santa Cruz para, luego de haber pasado por la Pasión y Resurrección, ser donado, glorioso y resucitado, lleno de la luz, la gloria y la vida de la Trinidad, como Pan de Vida eterna, como Verdadero Maná bajado del cielo, en la Eucaristía, el Pan de los Ángeles.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación

Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, que ardes en las llamas del Divino Amor y deseas comunicarlas a los hombres en cada comunión eucarística, para encenderlos en el Fuego del Espíritu Santo; Tú has venido a traer este Fuego, el Fuego del Amor de Dios a los corazones de los hombres, ¡y cuánto quieres ya verlo encendido! (cfr. Lc 12, 49). Y sin embargo, la inmensa mayoría no desea recibirte en la Eucaristía y muchos de entre quienes sí lo hacen, sólo tienen para Ti una recepción tan fría e indiferente, que frustra por completo tus planes de entregarte todo entero para cada uno, sin reservarte nada. Se repite así en nuestros días, a los pies de cada sagrario y en cada Santa Misa, la respuesta fría, indiferente y falta de amor de tus discípulos en el Huerto de Getsemaní cuando, llevados por la acedia y el desinterés por las almas y por tu Amor, en vez de obedecer a tu pedido de que oraran junto a Ti, se dejaron vencer por la somnolencia, abandonándote en las horas más tristes y amargas de tu Pasión (cfr. Mt 26, 40). Al igual que entonces en el Huerto, cuando tus enemigos se mostraban frenéticos, vigiles y febrilmente dedicados a perseguirte y darte caza para juzgarte ante un inicuo tribunal y condenarte a muerte a Ti, oh Cordero Inocente de Dios, también hoy, tus discípulos, que somos nosotros, nos mostramos, la mayor parte de las veces, aletargados y dormidos, porque en vez de acudir a postrarnos ante el sagrario y tu Presencia Eucarística, pidiéndote que nos hagas partícipes de los dolores y las amarguras de tu Pasión, en un misterio de iniquidad que no encuentra similar, con nuestra acedia nos unimos a tus enemigos, o al menos los dejamos actuar, permitiendo que Tú y tu Santísima Madre sean ofendidos y ultrajados continuamente por los hombres pecadores e ingratos. ¡Oh Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, por la Sangre que derramaste de tu Costado traspasado, sacude nuestra somnolencia, despiértanos del letargo de la acedia, enciéndenos en el Fuego del Amor de tu Sagrado Corazón, para que tengas el contento de “verlos ya ardiendo” en las Llamas del Divino Amor!

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación

Sagrado Corazón de Jesús, que al aparecerte a Santa Margarita María de Alacquoque, le pediste su corazón y ella te lo entregó y Tú, luego de introducirlo en tu adorabilísimo Corazón, se lo devolviste convertido en una llama de tu Amor, mira que nuestros corazones son pobres, pequeños, miserables, duros como la piedra, fríos como la roca, y llenos de un amor humano contaminado con el pecado, que ama lo bajo y lo terreno, lo que satisface la concupiscencia. Apiádate, oh Buen Jesús, de nuestra miseria e indigencia, y obra con nosotros el milagro de convertir estos nuestros pobres y míseros corazones, en imágenes vivientes de tu Sagrado Corazón, que ardan con el Fuego del Divino Amor. Tú obras con nosotros, oh Jesús, Cordero de Dios, con un amor más grande con el que amaste a Santa Margarita, porque no nos pides nuestro corazón como a ella sino que en cada Comunión Eucarística nos das tu propio Sagrado Corazón, envuelto en las llamas del Divino Amor, para fundirlo con el nuestro y para que sea tu propio Corazón, nuestro único corazón, para que nuestro corazón desaparezca en el tuyo, fundido y derretido en las Llamas del Amor de Dios. Tú quieres, oh Jesús, que con nuestros corazones y la Eucaristía suceda lo mismo que entre el hierro y el fuego: así como el hierro se funde y se vuelve uno con el fuego -porque de opaco, gris y frío, se torna incandescente, brillante y luminoso-, así también quieres que, transmitiéndonos el Fuego del Divino Amor por la Comunión, nuestros corazones sean uno solo con tu Sagrado Corazón Eucarístico.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación

Sagrado Corazón de Jesús, en Ti arde el Amor que proviene de Ti y del Padre, el Espíritu Santo; sin este Divino Amor, nuestros corazones son oscuros, fríos y sin vida, como un trozo de carbón; por eso te rogamos que nos concedas una pequeñísima llama de tu Amor, para que se vuelvan como una brasa incandescente, que resplandezca con la luz y el calor del Fuego del Amor de Dios, el Espíritu Santo. Llénanos de este tu Divino Amor, el Espíritu Santo que proviene de Ti y el Padre, para que seamos capaces de irradiar el calor de tu Amor en este mundo que yace en “tinieblas y en sombra de muerte”, para que seamos capaces de iluminar este mundo en el que vivimos, en donde la ausencia de Dios en las almas y corazones lo ha convertido en un erial, en un desierto sin vida, en una estepa colmada de lobos, en donde no hay ni hermandad ni caridad entre los hombres, sino solo violencia del hermano contra el hermano. Sólo con el Amor Santo de tu Divino Corazón Eucarístico, puede un alma iluminar la oscuridad de este mundo en tinieblas; sólo con las Llamas del Fuego de Amor de tu Sagrado Corazón que late en la Eucaristía, puede un alma dar a sus hermanos el calor del Amor de Dios; sólo con un Amor Purísimo, como el Amor de tu Corazón traspasado, que se dona todo entero cada vez en la Eucaristía, puede el alma ser un rayo de luz en medio de tanta oscuridad. Apiádate de nosotros, los hombres, oh Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, y envía desde la Eucaristía un rayo de tu Amor, una chispa de tu Amor, así las almas se iluminen y se incendien en el Fuego del Amor de Dios, el Espíritu Santo. Oh Jesús Eucaristía, Tú eres la Luz del mundo, la Luz eterna que proviene de la Luz eterna, y sin Ti, el mundo y los corazones no somos más que tinieblas de pecado y muerte; ven, oh Corazón Eucarístico de Jesús, ven, desde el cielo del sagrario, e ilumina las mentes y los corazones de los hombres extraviados en las siniestras sombras caídas, que día a día cubren con su perversa oscuridad, cada vez más, los corazones de los hombres sin Dios.

Meditación final.

Oh Jesús Eucaristía, Tú eres la Luz de Dios, Tú eres Dios, y por eso eres la Luz eterna e increada en sí misma; sin Ti, oh Dios de la Eucaristía, los hombres vivimos sumergidos en las más horrendas oscuridades del pecado, del error, de la ignorancia, de la impiedad y de la malicia, y somos dominados y esclavizados por las tinieblas vivientes, los ángeles caídos. Oh Jesús Eucaristía, ven, e ilumínanos con la luz de tu Ser divino Trinitario, y conviértenos en antorchas vivientes que iluminen e irradien tu luz; a Ti, que eres la Luz de Dios. Ven, Jesús Eucaristía, ilumina nuestras tinieblas con tu Luz, una luz que al que ilumina lo vivifica con la vida de la Trinidad y lo incendia en el Amor del Espíritu de Dios, que es Amor. Ven, ilumínanos, sácanos de las tinieblas espirituales en las que vivimos, para que seamos como tantas otras antorchas que guíen a los hombres hacia la Luz Inaccesible que eres Tú, Jesús, el Dios del sagrario. Ven, Jesús Eucaristía, ilumínanos, que sin Ti, estamos perdidos en la inmensidad de la oscuridad; sólo Tú puedes vencer a las tinieblas que nos rodean y convertirnos en imágenes vivientes de tu Sagrado Corazón Eucarístico.

Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.









[2] Las meditaciones en honor al Inmaculado Corazón de María están inspiradas en el Himno Akathistos.

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